EL CIELO EN LLAMAS #2
Para cambiar el mundo
Guión:
Tomás Sendarrubias
Estación Orbital Valquiria. Punto de Lagrange, sobre el Atlántico. Agosto de 2010. Seis días después del Destello.
-¿Ha tomado alguna decisión?
El General Eisenbach levanta la mirada de los informes que tiene delante, y mira al doctor Tellhart, que acaba de entrar en su despacho de la Valquiria. Suspira y niega con la cabeza.
-En dos días tendremos que dar alguna explicación del paradero de los sujetos-continúa diciendo Tellhart, y Eisenbach asiente.
-Lo sé. Pero los datos no son concluyentes. Parece que, salvo momentos excepcionales y puntuales, y salvo el Sujeto Cuatro, los demás continúan en coma, sin actividad cerebral.
-Realmente, el Sujeto Cuatro también está en coma. Es como si su cerebro estuviera vivo, pero el resto de él no. La doctora Mahan cree que será el primero en despertar, y que no tardará mucho en hacerlo. Deberíamos preparar los inductores de memoria.
-Y hasta que no despierte, no sabremos exactamente qué les ha hecho su IS-7734.
-Bueno, tenemos ya varios datos al respecto. Su capacidad de curación ha mejorado exponencialmente a todos los niveles, y eso incluye la regeneración celular. Todo apunta a que sus procesos de envejecimiento serán extremadamente lentos. Y sus cuerpos han mejorado en los últimos días hasta el punto de situarse al nivel de atletas de competición. Eliminación de grasas, refuerzo de los tendones y la musculación... Algunos de ellos tenían deficiencias visuales, y se han corregido. De hecho, de no haber sido porque hemos mantenido los piercings y pendientes de los diferentes sujetos, los agujeros se hubieran cerrado. Sin embargo, tejidos cicatrizados anteriores no se han corregido. Algunas cicatrices exteriores y los tatuajes de los Sujetos Cuatro y Once no han manifestado modificaciones.
-Hombres perfectos-gruñe Eisenbach.
-Si fueran humanos... sí-responde Tellhart, y el ceño del General se frunce.
-Que preparen el procedimiento de modificación de memoria-termina diciendo Eisenbach, sirviéndose un vaso de Jack Daniel´s-. Lo único que recordarán es que se han presentado voluntarios para un experimento internacional... y que ha salido bien. Tendremos a los primeros supersoldados del mundo. ¿El proceso es repetible?
-Lo será-asiente Tellhart-. Creemos que la noche del Destello hubo una perturbación electromagnética provocada por una tormenta solar de alto grado, que fue lo que provocó el error en los sistemas, y lo que hizo que los ordenadores de la Valquiria lanzaran el plasma de transporte. Esa perturbación atmosférica debió modificar o bien la carga plasmática o bien el propio IS-7734, porque los intentos de repetir el proceso con voluntarios, han sido inútiles hasta el momento.
-De acuerdo-dice Eisenbach-. Que sea prioritario analizar esa alteración, tenemos que ser capaces de replicarla.
-¿Por cuál de ellos empezamos? ¿Por el Sujeto Cuatro?
-No-responde el General-. Veamos que podemos averiguar de toda esa actividad cerebral. Coged a uno de los otros, a cualquiera.
-Quieren borrarnos la memoria...-masculla Anthony, y los demás se vuelven hacia él, sorprendidos. Se encuentran en el interior de lo que parece una vieja casa de montaña. Hay una chimenea encendida, y toda la estancia huele a madera y a resina. Una gran mesa y ocho sillas ocupan un lateral de la sala, mientras que en el otro hay un gran sofá tapizado de rojo oscuro y un sillón de orejas con el mismo color. Una mesa baja de cristal con un tablero de ajedrez pintado a mano y con las piezas hechas de lo que parece bronce viejo, ocupa el espacio entre los dos muebles. Las ventanas están cerradas, aunque las cortinas están abiertas, permitiendo ver el exterior, un paisaje montañoso, con altas cumbres llenas de nieve. Anthony está allí, de pie junto a la chimenea, y cerca de él, James ocupa el sillón. Daniel se sienta en el suelo, sobre una pesada alfombra de nudos persas, y David, Nicole y Naomi ocupan el sofá grande. Lewis se apoya en el quicio de la puerta, mientras que Ralph, Robert, Peter y Manny están sentados en las sillas que hay junto a la gran mesa-. Han experimentado con nosotros, y ahora quieren borrarnos la memoria. Para alistarnos al ejército.
-No entiendo cómo puedes saber eso...-masculla Nicole, cogiendo una de las piezas de ajedrez del tablero-. Ni siquiera sé cómo estamos aquí... ni dónde es aquí...
-Yo he estado antes en este sitio-murmura James, y Anthony asiente.
-Es la casa de mi abuela, en Bérgamo-dice-. Siempre me sentía seguro allí... y supongo que inconscientemente, he querido volver.
-Entonces... ¿de verdad estás diciendo que estamos en tu cabeza? ¿En tu mente o algo así?-masculla Manny, y Anthony asiente-. Eso explica muchas cosas...
-¿Cómo?-pregunta Nicole, pero Manny niega con la cabeza, sin dejar de mirar a su alrededor.
-No podemos dejarles que nos hagan eso-dice Daniel, serio.
-¿Pero cómo sabemos que de verdad quieren hacernos...?-pregunta de nuevo Nicole, y Anthony se encoge de hombros.
-Lo he visto en sus mentes. Igual que ahora estáis en la mía, llevo días colándome en las suyas.
-¿Pero cómo puedes hacer eso? ¿Cómo estás haciendo esto?
-Esa luz que vimos en la playa, ese Destello...-farfulla Anthony-. Nos hizo algo. No entiendo muchos de sus pensamientos, pero es algo que tiene que ver con el ADN. Nos ha hecho evolucionar, nuestro ADN ha cambiado.
-¿Ha cambiado?-gruñe Robert-. ¿Hasta el punto de darnos poderes? ¿Cómo a la Patrulla-X?
-Hasta el punto de que teóricamente, ya no somos humanos-concluye Anthony, asintiendo-. Nuestros genes coinciden en un 98% con el del resto de la humanidad, el otro dos por ciento...
-Nos convierte en una raza totalmente diferente-afirma Manny, y Anthony asiente-. Necesitamos despertar. Hay que evitar que nos conviertan en sus cachorros, y hay que hacerlo cuanto antes. Tony, ¿puedes despertarnos?
-No lo sé. Aún no sé muy bien siquiera qué puedo hacer. Hay veces que pienso que todo esto no es más que un sueño y que nada está ocurriendo... Pero puedo intentarlo.
-¿Estamos todos juntos en la misma sala?-pregunta Naomi, y Anthony niega con la cabeza.
-Nos han separado-informa-. David, Jamie, Danny y yo estamos juntos en una de las salas. Naomi y Nicole estáis en la de al lado.
-Que detallistas, separarnos por sexos...-masculla Naomi.
-Ralph, Robert, Lewis, Peter y Manny, normalmente estáis en la tercera sala.
-¿Normalmente?-pregunta Peter.
-Sí. Se están llevando a Lewis al laboratorio. Creo que van a empezar contigo, tío.
Lewis palidece, y todos se giran hacia él.
-Lo que sea que vayamos a hacer, tenemos que hacerlo ya-afirma Daniel, incorporándose-. Tony, tío, no sabemos qué cojones nos está pasando, pero... ahora dependemos de ti.
-Gracias por la presión-sonríe Anthony, negando con la cabeza-. No sé cómo... pero voy a intentarlo. O a dejarme las neuronas en el intento.
Anthony alza la mirada, y poco a poco, sus compañeros van desapareciendo uno por uno, de vuelta a sus mentes, hasta que se queda sólo con Jamie. Este, le mira con seriedad.
-No les has dicho que nos esterilizado-dice, y Tony asiente.
-No, creo que aún no deben saberlo. No soy el único que ha cambiado, no sé qué podremos hacer... y no quiero que nadie cometa un error que no podamos reparar. He visto el cambio en Manny.
-¿Sí?
-Sí. Ve patrones... por eso estaba tan distraído. Ha detectado un centenar de errores sólo en el trazo de la alfombra. Y bueno... Tú...
-¿Yo? ¿Qué pasa conmigo?
-No lo sé del todo bien, y los de ahí fuera no se han dado cuenta porque no están atentos a algunas cosas... pero les estás haciendo algo a los campos magnéticos. Hay aparatos que se estropean cuando estás cerca, y el metal reacciona en los pasillos que rodean en la sala en la que estamos. Esa luz nos ha cambiado a Manny, a ti y a mí... Estoy seguro de que a los demás también.
-Estupendo. Pues devuélvenos a nuestros cuerpos, haznos despertar... y en cuanto descubramos lo que podemos hacer, lo utilizaremos para partir cabezas ahí fuera.
-Jamie... sabes que yo...
James le abraza y sonríe.
-Yo también.
Anthony asiente y mira el fuego.
-Vamos ahí fuera y vamos a poner las cosas en su sitio-dice James, y en ese momento, Anthony le envía a su cuerpo. Poco después, la propia casa desaparece.
Los dos técnicos introducen a Lewis, sentado en una silla de ruedas y sujeto a ella en la sala de modificación de memoria, y comienzan a ponerle electrodos en el pecho y alrededor del cráneo, recién afeitado. La sala de modificación de memoria es una pequeña estancia semicircular, con las paredes cubiertas de placas de cerámica. Los dos técnicos salen de la sala, y de inmediato, los proyectores holográficos comienzan a proyectar un fondo negro sobre la sala.
-Epinefrina, hay que despertarle-dice la doctora Mahan, que supervisa el proceso desde una sala contigua. Y en ese momento, Lewis abre los ojos bruscamente, grita y desaparece, dejando vacía la sala.
-¿Qué...?-comienza a decir la doctora Mahan, y en ese momento, le llegan los ruidos del resto de la estación.
-¡Disparad!-ordena la teniente Jones, mientras ve como David, Anthony, Daniel y James salen de la sala en la que estaban confinados. La puerta se ha abierto desde dentro, prácticamente reventada, combada sobre sus propias bisagras. Por las cámaras de seguridad han podido ver cómo James lo hacía con un solo movimiento de mano. Todos los instrumentos electrónicos de la sala habían dejado de funcionar en ese mismo instante.
Los soldados de la teniente Jones disparan de inmediato, y al menos una docena de dardos cargados con fuertes tranquilizantes vuelan hacia ellos. Pero no llegan nunca. Los ojos de Anthony parecen centellear un instante, y de inmediato, los dardos se detienen en seco, y quedan flotando a medio camino entre los soldados y ellos.
-¿Qué...?-comienza a decir la teniente Jones, y en ese momento, los dardos caen al suelo. Nota algo húmedo resbalando por la nariz y la boca, y se da cuenta de que está sangrando, justo antes de que el mundo se llene de oscuridad para ella y sus hombres.
-¿Están...?-pregunta David, y Anthony niega con la cabeza.
-Sólo están sin sentido, despertarán en unos minutos-responde Anthony.
-Has parado los dardos-dice James, mirando a Anthony, y este asiente-. Y yo he reventado esa puerta.
-Y no sabemos qué más podemos hacer-afirma Anthony-. Pero de momento, tenemos que soltar a los demás.
-¿Y Lewis?-pregunta David.
-Debería estar a punto de aparecer aquí-responde Anthony, y en ese momento, hay un fulgor blanco en el aire, y Lewis aparece de él.
-Me han rapado el pelo-dice-. Les quiero muertos.
-Desde luego, eso es lo peor que nos han hecho-sonríe James, negando con la cabeza.
-David y yo vamos a buscar a los demás-ordena Anthony-. Encargaos de que nos dejen en paz.
James asiente, y él, Lewis y Danny comienzan a despojar a los soldados caídos de sus armas, mientras Anthony y David corren hacia uno de los pasillos, en dirección al resto de sus compañeros.
-Un momento-dice James, al ver que Danny se dispone a esposar a la teniente Jones-. Quiero probar una cosa.
Daniel se aparta, asintiendo, y James se concentra. Nota una presión en su cabeza, como si hubiera una tensión que ansiase salir, ser liberada. James se lo permite, y comienza a percibir los campos magnéticos de su alrededor, de la propia Estación. Los empuja, y ve como de inmediato, el suelo metálico de la plataforma comienza a oscilar, como si se convirtiera en líquido, como si fluyera. Y lo hace sobre los cuerpos de los soldados que han caído, sujetándolos al suelo con argollas metálicas.
-Vaya-masculla Danny. James se limita a asentir.
-Tenemos compañía-dice Lewis, y ven como varios soldados más corren por el pasillo hacia ellos. Danny y Lewis preparan las armas. James se limita a cerrar los ojos. Siente los objetos metálicos del pasillo. Las armas de sus compañeros, las de sus carceleros... Y de nuevo, empuja esos campos magnéticos.
-¿Qué está pasando?-pregunta Eisenbach, saliendo a toda prisa de su despacho, en compañía del doctor Tellhart.
-Han despertado. Todos-responde Tellhart, casi sin resuello-. Y están haciendo cosas... que es imposible que hagan. Están más allá de todo lo que el IS-7734 debería haberles hecho.
-¿A qué se refiere?
-Telepatía, telequinesis, teleportación, control del magnetismo y sólo Dios sabe qué más...
-Mierda-gruñe Eisenbach, mientras conecta con sus hombres. Las alarmas de la nave indican a los civiles que vuelvan a sus habitaciones, es una situación militar-. Cambio de órdenes-dice Eisenbach, y su voz es transmitida por los sistemas de comunicación de la Estación-. Disparen a matar.
-¡Nicole! ¡Naomi!-llama David desde el exterior de la puerta. Está firmemente cerrada, con grandes medidas de seguridad. Contraseña alfanumérica y lector digital.
-Debería haber enviado aquí a James-dice Anthony-. Él reventó nuestra puerta.
-Tú paraste los dardos-responde David-. Quizá puedas...
-¡Apártate!-grita de pronto Anthony, empujando a David tras percibir los pensamientos del interior de la celda médica. Hay un estruendo, y la puerta de la celda sale volando, completamente desencajada. Nicole se encuentra apoyada en la pared, al otro lado de la sala, con los oídos tapados por las manos, pero Naomi está en el centro, con los puños cerrados y recuperando el aliento.
-¿Qué habéis hecho?-pregunta David, viendo la puerta completamente reventada, y Naomi sonríe.
-Tenía ganas de gritar... y lo he hecho-dice la chica, mientras ella y Nicole salen al pasillo.
-¿Dónde están los demás?-pregunta Nicole, y Anthony responde.
-Jamie, Lewis y Danny nos están cubriendo las espaldas. Tenemos que ir a sacar a los otros. Suponiendo que alguno de ellos no haya podido ya hacer explotar la puerta.
-Esto es... raro-masculla Nicole, y Anthony asiente.
-Mucho-afirma Naomi, mientras los cuatro corren hacia la tercera de las salas.
-Siguen en la habitación-dice Anthony, percibiendo sus pensamientos-. Y ya les he dicho que se aparten de la puerta. Naomi...
-Claro-responde ella. Toma aire, y grita.
En ese momento, Anthony y David entienden por qué Nicole se tapaba los oídos. El grito que escapa de los labios de Naomi es tan agudo que tienen la impresión de que los oídos les van a sangrar. Y entonces, la puerta se comba y cae hacia dentro. Peter, Ralph, Robert y Manny les miran sorprendidos, pero preparados para salir corriendo.
-¿Habéis visto eso?-señala Ralph hacia los cristales polarizados del pasillo-. Estamos de verdad en el puto espacio.
-Sobrevolando Cuba-dice Manny, echando un vistazo al exterior-. Por el grado de desplazamiento de la estación y la velocidad a la que nos movemos, estaremos sobre Miami en... unos veinte minutos.
-Estupendo-replica Robert-. Tenemos veinte minutos para escapar de aquí y poder pasar algunos días de vacaciones en Miami. ¿Cómo lo haremos?
-Viene gente-avisa Anthony, de pronto-. Han utilizado otro pasillo para llegar aquí, vienen armados y van a disparar a matar...
-Mierda-gruñe Ralph, justo en el momento en el que un batallón de ocho soldados hace su aparición, armados. Varias ráfagas de balas vuelan desde los soldados hacia ellos, y Anthony se concentra para detener las balas en el aire. Las puede sentir aún sin verlas todas. El calor que transmiten, como mueven el aire que atraviesan... y las detiene. Pero se distrae en la sensación, y una de ellas se escapa. Escucha un golpe sordo tras él cuando Robert cae al suelo.
-¡No!-exclama David, y en ese momento, Naomi grita. Todo el pasillo parece temblar, y los hombres caen al suelo, con los oídos sangrando. Robert ha recibido el tiro en pleno pecho, y les mira aturdido, mientras un borbotón de sangre se le escapa por la boca.
-Oh no oh no oh no oh no...-comienza a susurrar Nicole, y siente en su mente el contacto de Anthony, alzando muros que la impiden continuar deslizándose hacia la histeria a la que se dirigía.
"Te necesitamos cuerda", dice Anthony en su mente, y Nicole traga saliva.
David se arrodilla junto a Robert, y frunce el ceño.
-Anthony... puedo verlo-masculla, y Anthony entra en su mente, para ver a qué se refiere. Y lo ve. Ve a Robert, como si estuviera en una máquina de hacer radiografías, un escáner o algo parecido. Como si fuera un inmenso puzle. Centenares de piezas unidas las unas a las otras, con algo roto, la bala que le atraviesa un pulmón... David extiende su mano, toca la herida, y Robert se estremece. Y entonces, la bala comienza a moverse, a salir, y los tejidos que ha dañado se curan, rápidamente, como si nunca se hubieran roto. El pecho de Robert escupe la bala, y él, toma aire y tose bruscamente.
-La Virgen-susurra Naomi, mientras David y Peter ayudan a Robert a incorporarse.
-No tenemos tiempo de pensar en todo esto-dice Anthony, negando con la cabeza-. Tenemos que volver con los otros...
Robert asiente, y todos corren hacia el pasillo donde Danny, James y Lewis hacían guardia.
La luz les deslumbra en cuanto se acercan, hasta el punto de que tienen que cubrirse los ojos con las manos.
-Es Danny-dice Anthony-. Dios mío... maneja la luz...
-¿Eso es útil?-pregunta Naomi, y Anthony se dispone a responder cuando Manny le interrumpe.
-Fotones-dice-. Luz sólida. Hologramas. Láser...
Giran el recodo y ven a Daniel, resplandeciente como si fuera un inmenso foco de luz. Hay hombres tirados por todo el pasillo, algunos heridos, otros simplemente atrapados por el metal de sus propias armas, o del propio pasillo. Un rayo de luz brota de las manos de Daniel, y el soldado al que alcanza suelta el rifle justo a tiempo de evitar que este le haga quemaduras de tercer grado en las manos, ya que incluso antes de llegar al suelo, está fundido.
-¡Apartaos!-ordena Ralph, y todos se tiran al suelo, mientras Naomi lanza un nuevo grito que barre el pasillo.
-¿Estáis todos bien?-pregunta James, dirigiéndose directamente a Nicole, que le abraza.
-De milagro, pero sí-asiente Peter.
-Podemos estar así todo el día-gruñe Danny, mientras desciende la intensidad de la luz que le rodea, lo suficiente como para que todos puedan acercarse con los ojos abiertos.
-Necesitamos decapitar el mando de la Estación-dice Manny, y Anthony asiente.
-El General y los dos científicos-afirma James-. Los dos que han experimentado con nosotros.
-Jamie, no...-comienza a decir Anthony, y James niega con la cabeza.
"No quiero que hagas ninguna tontería", suena la voz de Tony en la cabeza de James, y este se limita a negar de nuevo con la cabeza.
-Bien-dice finalmente Anthony-. Aparte de que todos estamos más delgados y más guapos, aún no sabemos muy bien qué nos ha hecho ese rayo a cada uno. Y los que aún no habéis mostrado lo que podéis hacer...
-Suponiendo que podamos hacer algo, quizá ese rayo sólo os afectó a algunos...-musita Nicole, y Anthony, tras pensarlo unos segundos, asiente.
-Sea como sea, no quiero implicaros más a Robert, a Ralph, a Peter, a Manny y a ti. Naomi, David, os quedáis con ellos. Los quiero a salvo.
-Yo voy con vosotros-dice Manny-. Aunque de momento parece que no lanzo rayos, esa luz me cambió. Ahora...
-Ves las cosas de otra manera. Ves nexos, puntos de unión. Ves causas y consecuencias-le interrumpe Anthony-. Lo he visto en tu mente.
-Entonces, voy con vosotros.
-No, tu poder no nos es útil-replica Tony.
"Manny, escúchame", dice Anthony directamente a la mente de su amigo. "Te necesito aquí, con ellos. Si algo nos pasa a nosotros... sólo me fio de ti para que consigas salvar a los demás. No es una cuestión de poder o no poder. Es... de confianza. No me hagas decir esto en voz alta, por favor."
-De acuerdo-replica Manny, cruzándose de brazos, y mirando ceñudo a Tony-. Pero tú y yo hablaremos de esto.
-Oye, tío...-comienza a decir Danny, pero Anthony le sujeta del brazo y niega con la cabeza.
-Lewis, si te indico dónde están... ¿nos puedes llevar hasta ellos?-pregunta Anthony, y Lewis se encoge de hombros.
-No lo sé. Supongo que tendremos que intentarlo-dice, y Anthony asiente.
James, Danny y Anthony se acercan a Lewis, que suspira, suelta el aire... y todo a su alrededor se ilumina. Cuando la luz desaparece, ellos cuatro también lo han hecho.
La doctora Mahan y el doctor Tellhart están en uno de los laboratorios. Seis soldados protegen las puertas, armados hasta los dientes, mientras los dos analizan una y otra vez todos los datos que tienen por si hubiera algo que pudieran utilizar contra los sujetos. Un destello de luz les ciega, y cuando pueden abrir de nuevo los ojos, ven ante ellos a dos de los sujetos de los experimentos. Mahan les reconoce de inmediato, para ella siempre fueron nombres, más allá de ser los Sujetos Uno y Tres. James Kornfeld y Daniel Statham. No puede evitar cierto orgullo al ver que Kornfeld no muestra marca alguna de las pruebas que le hicieron. Los soldados se giran hacia ellos, pero James alza las manos, y notan como las armas se escapan de sus manos con un fuerte tirón, y se quedan pegadas al techo de la sala.
-Todos quietos-ordena James, y las manos de Daniel comienzan a brillar.
-Desobedecedle-dice, mirando ceñudo a los científicos y a los soldados-. Por favor, desobedecedle y hacedme muy feliz.
Los soldados se miran los unos a los otros, y tras un gesto de la doctora Mahan, finalmente, alzan las manos.
-Doctora Mahan, Doctor Tellhart...tienen mucho por lo que responder-dice James, y los doctores se miran, preocupados.
-General Eisenbach, supongo.
Eisenbach se gira a toda velocidad, apuntando con su pistola hacia el lugar del que viene la voz, pero en ese momento se da cuenta de que no puede moverse. No puede disparar. Sólo mirar fijamente a los Sujetos Cuatro y Nueve, situados tras él. Trata de hablar, pero su propia voz no le responde.
-Estoy bloqueando sus centros motores-dice Cuatro-. Como puede ver, aprendo deprisa.
Los ojos de Eisenbach miran tensos, buscando alguna salida a la situación. Y en ese momento, la voz del Sujeto Cuatro empieza a sonar directamente en su cabeza.
"Tiene mucho por lo que responder, General. Tiene mucho que explicarnos."
-Lewis-dice en voz alta-. Nos lo llevamos.
Estación Orbital Valquiria. Punto de Lagrange, sobre Carolina del Sur. Agosto de 2010. Siete días después del Destello.
-¿Nos han... castrado?-exclama Danny, y Ralph tiene que ponerse ante él a toda velocidad para que no golpee al doctor Tellhart. De hecho, lo hace tan deprisa que hay un boom sónico en la sala que les arroja a todos al suelo, salvo al propio Ralph, que mira a su alrededor sorprendido.
-Vaya, parece que al final el rayo también me afectó a mí-masculla, mientras ayuda a Daniel a incorporarse.
Se encuentran en la sala que anteriormente habían ocupado Nicole y Naomi, y allí están. Ellos once, el General Eisenbach, y los doctores Tellhart y Mahan, esposados y sentados en línea sobre una de las camas.
-Hay una diferencia entre la castración y la esterilización-responde Mahan-. Probablemente pudiera explicártelo si dispusiera de tiempo.
-Si vuelve a utilizar ese tono para dirigirse a cualquiera de nosotros, doctora Mahan, eliminaré su yo consciente y la dejaré reducida al estado de una ameba babeante-dice Anthony, apoyado en la puerta y cruzado de brazos-. Y si puedo hacerlo, es porque ustedes me han dado esa posibilidad. Estaríamos todos encantados de hacer que se arrepientan.
-Lo hicimos por el bien comunitario-gruñe Eisenbach-. Hicimos lo que teníamos que hacer.
-¿Nos tenían que convertir en una raza abocada a la extinción?-pregunta Ralph-. Ya no somos humanos, nos habéis impedido tener hijos. Yo... quería una familia... tengo una novia... una vida...
-Daños colaterales-gruñe Eisenbach, y esta vez no pueden evitar que Ralph, a toda velocidad, se arroje sobre él. Cuando Anthony consigue bloquear telepáticamente sus funciones motoras, ya le ha reventado la boca y puesto un ojo morado al General.
-Lewis, llévatelo al puente de mando, por favor-dice James, y Lewis asiente, desapareciendo los dos en un destello luminoso. David se acerca a Eisenbach, le acerca la mano, sin llegar a tocarle, y las heridas causadas por Ralph comienzan a cicatrizar a ojos vista.
-No hace falta que me dé las gracias-gruñe David, apartándose de nuevo de los "prisioneros".
-No podéis retenernos-dice Eisenbach, sintiendo aún el sabor de la sangre en la boca.
-Sí, podemos. Lo estamos haciendo-afirma Anthony-. Y lo vamos a hacer durante mucho más tiempo.
-¿Qué?-pregunta Tellhart-. No sé... ¿qué queréis de nosotros?
-Muchas cosas-responde Anthony, haciendo una señal hacia la puerta, y los nueve que quedan, comienzan a salir. James, que sale el último, cierra la puerta con código tras ellos, mientras se dirigen al puente de mando.
-¿Podemos hacer esto?-pregunta Naomi, cuando llegan al puente de mando. Ralph y Lewis están allí sentados, esperándoles.
-Ralph, necesitamos que te tranquilices-dice David, y Ralph asiente.
-Sí, podemos-asiente Anthony-. He sacado todos los códigos y funcionamientos de la nave de la mente de los técnicos, de los pilotos... y Manny puede controlarlos sin problemas. Además, anoche Bobby y yo estuvimos hablando.
-Puedo modificar esta estación-dice Robert-. Es como si las máquinas me hablaran... como si pudiera escucharlas, y ellas me escucharan a mí. Si puedo imaginarme algo... puedo construirlo. Y con las habilidades magnéticas de James, podríamos hacer de esto un lugar totalmente diferente. Tenemos muchas ideas.
-Pero la estación responderá ante alguien...-pregunta Peter, y Manny asiente.
-He estado revisando los protocolos de seguridad de la Valquiria. Las tripulaciones se enrolan para un año, y todos los días a las 12:00 y a las 21:00 hora de Greenwich, el General Eisenbach tiene que contactar con el mando de la operación en tierra, en Luxemburgo.
-Y ahí es donde entro yo-interviene Nicole, y su forma fluye como el mercurio, hasta que todos se encuentran mirando a Eisenbach. La misma altura, la misma mirada gris acero-. No tendrán idea de que algo está pasando aquí arriba hasta que queramos que lo hagan.
-Pero... ¿Cuál es el objetivo de todo esto?-pregunta Ralph, y Anthony avanza hacia una de las ventanas polarizadas, clavando sus ojos en la Tierra, a muchos kilómetros bajo ellos.
-Antes de que os despertara, hablé con Jamie-dice Anthony-. Y dijo algo que me hizo pensar mucho. Llevo pensando en ello desde ayer. "Vamos a poner las cosas en su sitio", me dijo. Exactamente fue "vamos a salir ahí fuera y a poner las cosas en su sitio". Por supuesto, se refería a liberarnos, a evitar que nos lavaran el cerebro, a impedir que siguieran jugando con nosotros... Pero creo que no podemos quedarnos en eso.
-Un gran poder conlleva una gran responsabilidad-dice Robert, y Tony, reconociendo la cita, asiente.
-Tenemos que salir ahí fuera y poner muchas cosas en su sitio. Nos han dado los medios, aunque haya sido accidentalmente. Nos han apartado de la humanidad, nos han condenado a la extinción, sí. Pero aún podemos demostrar que podemos ser Inhumanos... porque somos mejores que los que nos han hecho así. Y lo primero es convertir esta estación en algo diferente. En un refugio. Para aquellos que son como nosotros, para aquellos que la humanidad aparta, para aquellos a los que queremos. Para aquellos que busquen ayuda.
-Y necesita un cambio de nombre inmediato-asiente Jamie-. No podemos ir por ahí como refugio de los desamparados y llevando el nombre de una diosa de la muerte.
-Todo va a necesitar muchos cambios-dice Anthony.
-Parece que anoche estuviste muy ocupado hablando con algunos... pero no con todos-dice Nicole, frunciendo el ceño, pero Anthony se encoge de hombros.
-Hablé con quien consideré necesario, y no voy a disculparme por ello. Ni siquiera voy a justificarme. James, Danny y yo estamos de acuerdo en esto desde el principio. Y David, Manny y Bobby también. Y a los demás, os lo ofrecemos ahora. Naomi, Ralph, Peter, Lewis... Nicole... nuestra vida ha cambiado mucho. Podemos hacer cosas que para muchos son sólo sueños.
-Bueno, podéis-dice Peter-. Todavía no he conseguido hacer nada ni remotamente especial.
-Sí lo has hecho-afirma Manny-. Según los informes de la Estación, los doctores no pudieron hacerte ninguna prueba. Las agujas se doblaban, los láseres no atravesaban tu piel. He revisado los datos de musculación, de resistencia, y eres... bueno, supongo que algo así como nuestro Hulk.
-¿Eso ha sido un comentario friki?-sonríe Tony, mirando a Manny, que se ríe.
-Era la forma más sencilla que se me ocurría de decirlo. Tengo preparada una batería de pruebas contigo para medir tus nuevos índices de resistencia, fuerza y agilidad.
-Bueno, no me ha tocado una mala parte-dice Peter-. Podría haberme tocado un poder absurdo, como alas de mariposa, o vomitar ácido o algo así.
-Aún no lo descartes-sonríe Naomi-. Los científicos nos miran como si nos tuvieran clavados a un panel como a insectos. Tengo la sensación de que piensan que esto no es más que el principio de todo lo que nos va a pasar.
-No tienen ni idea de hacia dónde vamos-responde Anthony-. Lo he visto. ¿Estáis con nosotros?
-Sí-asiente Peter, y a su lado Lewis afirma con la cabeza.
-No me lo perdería por nada del mundo-dice Naomi, y James sonríe.
-Estoy con vosotros-interviene Ralph, y Anthony se acerca a él, apoyándose en él.
-¿Nicole?-pregunta James, y ella le mira, suspira, y asiente.
-Sí. Pero si estamos juntos en esto, estamos juntos en esto. Y no somos tus marionetas, Anthony. Las decisiones que tengamos que tomar, las tomaremos entre todos. Nada de "me he reunido con Jamie y Danny y hemos decidido que..."-dice Nicole, mirando fijamente a Anthony. Él se limita a volverse hacia Manny, Robert y Jamie.
-Adelante-dice.
La Casa Blanca, Washington D.C. Enero de 2011, seis meses después del Destello.
-Presidenta Barnes, todo está listo para la conexión-dice el secretario de comunicaciones de la Casa Blanca, y Hillary Barnes asiente. La primera mujer en la Casa Blanca tiene por delante una dura rueda de prensa en la que explicar a su país la situación económica, la Crisis que arrancó en Estados Unidos y se había extendido al mundo entero. Y a eso se sumaban las revueltas populares que habían comenzado en el mundo árabe, algo que no beneficiaría en absoluto la economía mundial, encareciendo probablemente el precio del petróleo.
Si alguien le hubiera dicho a Hillary Barnes que sería la encargada de dirigir a la mayor nación del mundo en uno de los peores momentos de su historia, probablemente no hubiera aceptado el cargo. De hecho, aún tenía pesadillas con el momento en el que había dado el sí al Partido Demócrata. Senadora, mujer de un ex-presidente, y completamente carismática. Había arrasado en las primarias, y luego en las elecciones generales.
-Bien-dice la Presidenta Barnes-. Allá vamos.
Sale de la pequeña sala de estar en la que se encontraba y se dirige al Despacho Oval, desde donde como de costumbre, dará su comunicado y aceptará las preguntas, realizadas en su mayor parte por videoconferencia, de varias docenas de medios. Sus asesores están ya allí, entre los cámaras, los técnicos de sonido... Hillary se sienta tras el escritorio del Despacho Oval, y hace una señal de asentimiento al regidor. Este da el sí, y comienza la cuenta atrás.
Y en ese momento, las pantallas se llenan de estática.
-¿Qué pasa?-pregunta la Presidenta, y todo el mundo se mira confuso.
-Señora presidenta, no...-comienza a farfullar el regidor, pero ella niega con la cabeza.
-Que no cunda el pánico-dice ella, sonriendo-. Alguien habrá pisado un cable en algún sitio.
-No, señora Presidenta-dice uno de los técnicos-. Es una emisión pirata. Nos han hackeado.
-¿Qué?-pregunta Hillary, pero no tienen tiempo de responder. En ese momento, en todas las pantallas de la sala, aparece la imagen de un joven, de cabello rubio oscuro y ojos verdes, con un piercing negro en el labio inferior. Tras él, hay un grupo de personas, iluminadas por focos, y tras ellos... unas ventanas que dan a lo que parece ser... ¿el Espacio?
-Señoras y señores, esto no es un error de su televisión-comienza a decir, y sonríe, con una sonrisa que Hillary no puede evitar calificar de atractiva-. Tenemos un mensaje para todos... para el mundo...
-Están retransmitiendo por todos los canales-dice otro técnico-. En televisión, internet, radio... y en todos los idiomas.
-Mi nombre es Daniel Stathan, y he sido elegido por mis compañeros para ser el portavoz del mensaje que queremos transmitir al mundo. Hace seis meses, mis amigos y yo estábamos en Bermudas de vacaciones, cuando un grupo de científicos y militares que manejaban una estación orbital secreta, decidieron que les servíamos como cobayas. Nos cambiaron. Quisieron convertirnos en sus supersoldados...
-La Valquiria-masculla Hillary, y se gira hacia el Secretario de Estado-. Quiero hablar ya con Eisenbach...
-... pero conseguimos evitarlo. Nos dieron más poder del que habían calibrado. Y desde hace seis meses, la Valquiria está en nuestras manos. Señores políticos de Europa, Estados Unidos y Rusia, lo siento por ustedes, de verdad, pero les hemos engañado. Pedimos perdón... pero consideramos que hemos hecho lo que teníamos que hacer. Estamos en el cielo, estamos sobre vosotros. Os vigilamos. A todos. Muchos habéis mirado muchas veces hacia el cielo, para rezar, para pedir ayuda. Quizá antes no hayáis tenido respuesta, pero ahora, nosotros estamos aquí. Sin nombres ocultos, sin secretos. Como dije, soy Daniel Stathan, y mis compañeros son Nicole Mallory, Naomi Walls, Ralph Stone, Anthony Scarlatti, James Kornfeld, Manuel Alonso, Peter Terrance, David O´Kelley, Robert Aleister y Lewis Marshall. La CIA, el FBI, el Mossad, el MI-6... pueden empezar a buscarnos ya. La Valquiria ya no existe, señores. Esto es el Último Refugio. Esto es Concordia. Y aquí, todos serán acogidos. En los próximos días, nos volveremos a poner en contacto con el mundo, sabrán más de nosotros. Y que todos sepan algo. Estamos aquí y vamos a quedarnos. Y lo vamos a hacer para cambiar el mundo.
La comunicación se corta, y de pronto, la Presidenta Barnes se ve reflejada en una docena de pantallas. De inmediato, el realizador corta la emisión, y la presidenta se levanta. Necesita una reunión con sus asesores, necesita saber qué está pasando ahí arriba, qué ha pasado con Eisenbach y la Valquiria... y quiénes son esos once chicos. Y a qué se refieren con "cambiar el mundo".
TRAS EL DESTELLO
El mundo comienza a cambiar, a moverse, y los once que fueron cambiados por el Destello, estarán en el centro de ese cambio. Que sorpresa, ¿no? Je, je ,je. Bueno, este número ha servido un poco de presentación para ver qué habilidades ha dado a cada uno de ellos el Destello, pero las vamos a repasar, por si os habéis perdido.
Nicole: Será la metamorfa.
Naomi: Grito sónico.
Lewis: Teleportador.
Peter: Superfuerza y resistencia.
Ralph: Velocidad.
Danny: Control de la luz.
James: Magnetismo.
Anthony: Telepatía y telequinesis.
Robert: Tecnoempatía.
Manny: Análisis y previsión.
David: Curación.
Estos son los Once que protagonizarán esta serie, dispuestos, como ha dicho Danny, a cambiar el mundo. ¿Cómo? Lo veréis en el siguiente número...