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El mundo ha cambiado, y no precisamente a mejor. Bajo el mando del dictador Tótem, Wakanda es la potencia mundial más importante. Su poder económico y militar supera con creces al de cualquier otro estado y su territorio se ha expandido por gran parte de África. No obstante, ¿mejoraría Wakanda si recuperara la dinastía de las Panteras Negras?

2055 Wakanda

2055: WAKANDA #5
Rebelión por la libertad V
Guión: Ibaita

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Flashback

Los seis rebeldes se encontraban reunidos junto a una hoguera, camino de Wakanda.

-Bueno, hace ya unos días que nos conocemos-comentó T'Channa-. Vosotros sabéis que soy el último superviviente de la Dinastía de las Panteras Negras. Quiero recuperar mi trono y derrocar a Tótem. Pero, ¿cuáles son vuestros motivos para luchar?

Tyca fue la primera en hablar.

-La guerra destruyó mi aldea cuando era pequeña. Por eso quiero detener las guerras.

-Mi intención también era detener las guerras, aunque por suerte no viví esa experiencia-siguió Fénix-. Supongo que simplemente soy superheroína por tradición familiar. Es algo que heredé junto a la telekinesia. El caso es que siempre me molestó que los superhéroes se limitasen a luchas contra supervillanos. Quiero decir, imaginaos a la Antorcha Humana apagando un incendio forestal en tan sólo unos minutos. Thor y Tormenta podrían haber detenido docenas de catástrofes naturales, y llevado agua a cientos de regiones favorecidas. Bueno, es verdad que Tormenta lo hizo durante un tiempo. Muchísimos superhéroes tenían poderes para derrocar gobiernos, habrían podido poner fin a muchísimos regímenes dictatoriales... Vale, es cierto que el Castigador mató al presidente Wilson, y están también las idas y venidas del Dr. Muerte... pero son prácticamente los únicos casos. ¿Por qué ningún superhéroe agarró a Bush del cuello y gritó "si no pones fin a la Guerra de Irak, lo pagarás"? Yo quise cambiar las cosas. Estuve un par de años viajando por África, usando mi telekinesia para redirigir los cauces de los ríos y cosas por el estilo. Era un trabajo duro, ya que como habréis notado tampoco soy muy poderosa, pero era gratificante. Cuando empezó la guerra, supe que debía ponerle fin.

-Yo me hice soldado, también para cambiar las cosas-dijo Gopal-. Para ayudar a la gente, si podía. No puedo decir que lo consiguiera mucho, la verdad. Mirándolo con cierta perspectiva, lo cierto es que ser un soldado es una de las peores formas posibles de ayudar a la gente. Pero el rollo de misionero no me iba... en fin, desde que Tyca me liberó del hechizo de Tótem busco enfrentarme a él porque me parece uno de los peores dictadores que ha pisado África. Después, no sé qué haré. Probablemente me convierta en mercenario, aceptando sólo aquellas causas que considere justas.

-Yo quiero venganza-comentó Rino-. Estos poderes los conseguí porque experimentaron conmigo. Dolió, dolió mucho. Y ahora... ahora no puedo sentir. Apenas tengo sensibilidad. Puede que nunca vuelva a poder tocar mi piel, sólo este exoesqueleto. Quiero vengarme de Tótem.

-¡Yo lucho por diversión, ión, ión!-acabó Klaw.

-¿Y Tótem?-preguntó Nataly-¿Cuáles creéis qué son sus motivos?

-Eso es fácil-murmuró Gopal-. Es el motivo más viejo que existe: poder.

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Flashback

En Mozambique, hace varios años, un hombre chutó una botella vacía.

Era un hombre alto, fornido dentro de lo que cabía, ya que era evidente que pasaba bastante hambre. Tenía un aspecto un tanto curioso, fruto de la mezcla de varias razas: parecía como si sus antepasados provinieran cada uno de una esquina de África, y probablemente así era. El pelo largo caía a su espalda. Era Tótem, aunque todavía no se hacía llamar así: en aquel momento, era Samora Idrisi.

La botella rebotó contra una pared y la etiqueta se desprendió. Idrisi vio un brillo dorado bajo ella y la recogió.

Parte de la banda de la etiqueta estaba pintada de ese color, y rascando consiguió que la zona se extendiera. Sobre el fondo dorado había unas letras negras: "¡Enhorabuena! Es usted uno de los 5000 afortunados que ha ganado un viaje a Wakanda, con todos los gastos pagados: podrá usted visitar el legendario Monte Pantera, así como la espectacular Jungla Tecnológica..." Idrisi lo miró con escepticismo. Wakanda... era como una leyenda en todos los países vecinos: una nación que había conseguido salir adelante usando sus propios recursos, que había resistido los ataques de ejércitos y multinacionales extranjeras... No pensaba desperdiciar la oportunidad.

Meses después, Samora Idrisi paseaba por las calles de Wakanda. Toda la gente parecía feliz, sonriente. La visita guiada a la Jungla Tecnológica comenzaría en unos minutos. El guía les iba avisando de que no tocaran nada, ya que podían ser peligrosas trampas, aunque la mayoría de ellas estarían desactivadas para no dañar a los visitantes.

Así lo hizo Idrisi; durante los primeros minutos, al menos. Hasta que oyó una voz que le llamaba por su nombre de pila. Idrisi se acercó a una planta que parecía estar hablándole y la tocó. Al momento, una fuerte descarga eléctrica lo dejó inconsciente.

Idrisi se encontraba en un espacio negro, vacío, con hebras marrones y verdes que parecían flotar a su alrededor. La voz le hablaba.

-Samora.

-¿Quién eres?-preguntó Idrisi, titubeante.

-Soy África.

-África es un nombre de mujer, no lo pareces.

-Soy África, la tierra. Y busco en ti extender mi poder.

-¿Dónde estamos? ¿Qué es esto?

-Eso no importa ahora. Puedo darte poder, Samora. Todo cuanto tú necesites.

-Mis padres me enseñaron que el poder tiene un precio.

-Lo tiene. Todo lo que des, recibirás. Cuanto más des, más recibirás. Si das felicidad, recibirás felicidad; si por el contrario das dolor, recibirás dolor.

-Vale, espera. Supongamos que quiero ser tu discípulo o lo que sea... y supongamos que doy toda la felicidad que puedo. ¿Cómo de feliz seré?

-Todo cambia de escala. Si quieres una felicidad absoluta, debes conseguir la felicidad de todo África.

-¿Y si la única forma de hacer esto fuera provocando dolor a mucha gente... pero luego sí consiguiera hacerles felices?

-Entonces, recibirías mucho dolor, pero mucha más felicidad.

-Interesante...

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Idrisi fue reanimado unos minutos después. Aseguró que no había sufrido ningún daño y que no pensaba poner una demanda. Aquella misma noche regresó a Mozambique.

Y cada noche, en sueños, Samora Idrisi aprendía hechizos nuevos y obtenía más poder.

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Wakanda, 2055.

-Al fin-murmuró T'Channa-. Por fin hemos podido igualarnos a Tótem. Ahora nosotros también podemos combinar tecnología y magia.

-Ha sido agotador, pero lo tengo-sonrió Tyca, satisfecha de haber cumplido su labor.

-¿Estáis seguros de que esto funcionará, ará, ará?

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Klaw contemplaba su muñón. No parecía haber cambiado.

-Sí, estoy segura-respondió Tyca-. Ahora podrás absorber las vibraciones que emite el Monte Pantera cuando estés junto a él, y recanalizarlas. Tu poder se ha debido de multiplicar por 10.

-Con esto podemos asaltar el palacio prácticamente de frente. No necesitamos planes enrevesados. Tendremos mucho más poder que Tótem, estoy casi seguro de ello.

-Entonces, ¿cuándo atacaremos?

-En cuanto Tótem comience a reconstruir las barreras. En ese momento, cuando tenga que consumir buena parte de su poder, iremos a por él.

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"Noticias de última hora. Movidos por el secuestro de tres norteamericanos en la región de Angola, en Wakanda, las tropas norteamericanas han iniciado un ataque preventivo bombardeando algunas ciudades de la zona. Esto podría ser el primer movimiento para poner fin al regimen dictatorial del emperador Tótem, que gobierna sobre Wakanda desde..."

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El Palacio Real de Wakanda, bajo el Monte Pantera, estaba tranquilo mientras Tótem reconstruía las cúpulas de energía. El patio hacía también las veces de base militar, y docenas de tanques se encontraban perfectamente alineados. Los guardias imperiales vigilaban el perímetro, ayudados por su visión sobrehumana.

Pantera Negra, Fénix, Tyca, Gopal, Rino y Klaw caminaron hacia la puerta principal, ante el asombro de los cuatro guardias imperiales que la custodiaban, que alzaron sus rifles para disparar. No tuvieron oportunidad. Klaw levantó su muñón y una terrible onda expansiva desintegró a los guardias, destrozando también los muros del recinto, arrojando los tanques por los aires y dañando gravemente la fachada principal del palacio.

-¡Llega la revolución, ción, ción!

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MONTE PANTERA

No hay comentarios del número anterior, así que seguimos.

 
 
   
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