2055: WAKANDA #2
Rebelión por la libertad II
Guión: Ibaita y Metallicas
Tribunales virtuales que sentencian sin clemencia,
Contra toda resistencia
Al poder establecido.
Satélites vigilan desde el cielo, como águilas,
Son máquinas que saben en qué mierda andáis metidos-2055 (Nach)
Flashback
Los pájaros de metal desgarraban el cielo, con su vuelo y con sus aullidos. Cientos de películas y aún nadie podría imaginar nunca lo que era aquello sin haber estado allí. Los pitidos en tus oídos, las luces de las explosiones, el calor del fuego, el sudor, el terror, el pánico.
Una joven corría descalza, con las lágrimas surcando su rostro y el presente dolor de saber lo que significa perder a tus padres. Ignoraba los pitidos en sus oídos, corría sin rumbo sin sentir las piedras clavándose en sus pies descalzos.
-Tranquila, pequeña. Ya ha pasado el peligro.
Un hombre mirándola; con pelo moreno con algunas canas, unas ropas realmente extrañas y envuelto en una capa roja y amarilla, con un aura de seriedad y respeto a su alrededor, como si las bombas no le afectaran aunque le cayeran encima. La joven, sin lugar a donde ir, escogió los brazos de aquel hombre para caer desmayada.
Flashback
Tyca, Fénix y Rino llegaron a las calles de Luanda, lo que antes era la capital de Angola. Ahora, una ciudad más del vasto imperio wakandiano.
-Bueno, es la hora de comprobar si es cierto lo del hechizo-comentó Tyca, sin mucho ánimo.
-¿Qué hechizo?-preguntó Rino.
-Supuestamente hizo olvidar a Pantera Negra a los wakandianos, y les volvió más sumisos.
-Pantera Negra... Lo recuerdo. ¿Es por ese... contrahechizo que dijiste que me habías lanzado?
-Sí. En teoría hace falta recordar otra vez todo, a menos que se tega una fuerza de voluntad enorme... En ese caso, tal vez el contrahechizo ayudaría a luchar contra el borrado de memoria de Tótem, el que supongo que es el emperador de Wakanda.
-¿Cómo averiguaremos si recuerdan a Pantera Negra? Además, estamos en Luanda-comentó Fénix.
-Bien, se supone que deberían recordar a sus antiguos gobernantes... Ahora también los recordarán, pero no quieren pensar en ellos. El hechizo de Tótem se lo impide.
-¡Esperad!
Rino señaló un cartel. Se trataba de un anuncio de la visita del regente de la provincia de Angola en el imperio wakandiano de Tótem.
-Esto elimina toda duda-murmuró Fénix entre dientes.
-¡Tótem es una caca, aca, aca!
Todos los campesinos que estaban cultivando maíz en unos campos comenzaron a mirar hacia todos los lados, seguidos de Rino, Fénix y Tyca.
-¡Soy antiimperialista, ista, ista!
-¿De dónde viene esa voz?-preguntó Tyca, diciendo lo que todos estaban pensando.
-¿Puedes rastrearla telepáticamente, Fénix?-preguntó Rino.
-Puedes llamarme Nataly si no hay soldados cerca. Y no, no puedo leer una mente a menos que la tenga justo al lado, y necesito concentrarme bastante. Creo que he heredado más telekinesia.
-¡Nunca me pillaréis, éis, éis!
-Creo que es alguien que tiene poderes, o por lo menos buena tecnología. Si pudieramos unirlo al equipo, sería útil.
Tyca sonrió, y se abrió la túnica. Tenía un amuleto colgando del cuello. Hizo un gesto y el amuleto se colocó en su frente, abriéndose y revelando un ojo.
-El Ojo de Agamotto, el tercer ojo que todo lo ve.
Apenas pasaron unos segundos, y Tyca volvió a hablar.
-Lo veo. Tiene una mano amputada, y su piel es de color roja y morada. Diría que es Klaw, pero Klaw murió y no tenía las franjas así. Él tiene la piel distinta. Y juraría que su mano biónica también lo es.
-Luego nos ocuparemos-dijo Rino, preparándose para embestir-. ¿Dónde está?
-Tres calles enfrente, luego gira a la derecha, está oculto en una especie de sótano cuya entrada está tapada por unas tinajas de agua. Y por favor, no hará falta correr, no necesitamos que llames la atención.
-Lo siento. Es que... No estoy del todo acostumbrado a estos poderes, y... Creo que me gustan. Mucho.
-¡El único veredicto es venganza, vendetta, etta, etta!
Los tres rebeldes caminaron por las calles de Luanda, observando a toda la gente que miraba nerviosa en diversas direcciones, temiendo una represalia de los soldados. Sin embargo, la voz no venía de ningún sitio.
Nataly apartó las tinajas de agua telekinéticamente, y se metió en el sótano.
-Ten cuidado-la advirtió Tyca.
-Sé cuidarme.
Los segundos pasaron. Sólo una persona podía meterse a la vez por aquel sótano, y Tyca pensó que tal vez debiera meterse ella.
-¡Fascistaaaa, istaaa, is... Ey, tú eres Fénix, énix, énix!
En el oscuro sótano, aquel extraño ser estaba apoyado contra una pared. La bella pelirroja entró y se sentó cerca.
-Así que conocías a mi abuela.
-¿Tu abuela? El tiempo pasa volando, ando, ando.
-Eres Klaw, ¿verdad? He leído sobre ti, tengo los archivos de los Vengadores en mi MP5. Pero tu mano ha cambiado, y tu piel...
-Morí otra vez, vez, vez. Pero un científico muy majo me construyó de nuevo, evo, evo.
-Construjo.
-Lo siento, tengo el lenguaje un poco retrasado, ado, ado.
-Verás, somos un grupo de rebeldes y...
-¡Un supergrupo, upo! ¿Sois los Vengadores 2, eh, eh, eh?
-No exactamente... Pero seguro que te gusta.
Ahora.
Pantera Negra corría por un largo pasillo. Necesitaba llegar al final y bajar hacia el cuartel. Tenía que desactivar la cúpula de energía que cubría todas las ciudades del imperio de Tótem desde hacía meses. Esas cúpulas estaban allí supuestamente para proteger a los ciudadanos, pero en realidad eran para protegerle a él. Nadie podía ni entrar ni salir de la ciudad sin su permiso.
El pasillo se dividió en dos. Pantera decidió ir por la izquierda, sabiendo que ambos conducirían al mismo lugar. El pasillo estaba lleno de puertas. Eran los cuartos de los soldados. Se abrieron de golpe cuatro de ellas y salieron cuatro hombres corpulentos vestidos de blanco. Estaban armados con una espada de una aleación de vibranium y adamantium. Armas mortales tanto para defender como para atacar. Además, una especie de conjuro de Tótem les permitía cambiar de forma, tanto longitud como anchura, pero la masa de la espada seguía siendo la misma.
Pantera sabía que no tenía remedio. No le gustaba matar, pero en esa ocasión eran ellos o él. Cogió carrerilla. Cuando estaba a dos metros de los guardias, los cuales ya blandían sus espadas, saltó con fuerza. Hizo un gesto con las manos y salieron unas garras de metal de la yema de sus dedos cubiertos por guantes de un duro cuero sintético, al igual que todo su traje.
Clavó las garras en los hombros de dos guardias. Estiró las piernas, y usando a los guardias como apoyo, golpeó a otros dos guardias con la suela de sus botas. Luego se impulsó y saltó, justo antes de que una espada cortara el aire en el lugar que un segundo antes ocupaba Pantera. Cayó de pie sobre los hombros de otro guardia. Le pegó una fuerte patada en el cuello. Éste crujió y el guardia cayó muerto al suelo. Luego saltó y clavó las garras en el techo. Quedó pegado a éste como una araña. Miró rápidamente a sus adversarios.
Había dieciséis cuerpos ante él. Uno era un cadáver. Eso dejaba quince vivos. Dos tenían un hombro herido y otros dos estaban el suelo, aturdidos por su pata. No servía de mucho, pero había dos espadas sin dueño, es decir, dos espadas que debía coger Pantera rápidamente.
Se soltó justo a tiempo para evitar la muerte, pues dos espadas se clavaron en el techo. Sus dueños sabían usar bien la cualidad del cambio de forma que tenían sus armas. Pero el rebelde no tardaría mucho en aprender a usarlas mejor. Dio una voltereta en el suelo y agarró ambas espadas. Luego se impulsó. Pasó por debajo de los guardias. Cuando estuvo lo suficientemente alejado, se incorporó rápidamente y encaró a los guardias. Éstos comenzaron a correr hacia él, atacándole con sus espadas. Pantera esquivó al primero y le golpeó en el cuello con la rodilla. La muerte fue instantánea. El segundo se paró en seco y el rebelde esquivó al aire. Había planeado mal y eso le iba a costar caro. El guardia le pegó una fuerte patada en la espinilla que le hizo ponerse de rodillas. Otro guardia le quiso golpear con la pierna también, pero T'Channa paró el golpe con la espada, cortándole la pierna con extrema facilidad. Otro guardia le atacó con la espada, alargándola para alcanzarle. El rebelde lo paró con la espada y usó la otra para bloquear otro corte. Quedaba completamente a merced del tercero que levantó al espada. Sin querer golpeó a uno de sus compañeros.
-¡Joder! ¡Apartaos!
Le hicieron caso. El soldado bajó la espada con fuerza, pero el tiempo que había tardado fue más que suficiente para que el rebelde antepusiera ambas espadas. Hizo un gesto de muñeca y desarmó a su adversario. Luego le cortó el cuello con ambas espadas. Aprovechando la trayectoria, alargó sus armas y cortó también el de los dos que tenía a sus lados. La suerte le había librado de la muerte una vez. No lo haría dos veces.
Se puso de pie, y encaró a sus rivales. La situación era la siguiente. De los quince que quedaban, habían muerto tres. Es decir, quedaban doce. De esos doce, uno había perdido una pierna y se estaba desangrando en el suelo.
-Joder, parecéis unos novatos. Alejaos un poco y dejadnos a nosotros.
Pantera calculó que la voz provenía de unos nueve metros detrás de él. Los soldados obedecieron y se alejaron. Pantera miró atrás, usando el reflejo de su espada. Había dos hombres vestidos de blanco. Llevaban máscaras de pantera. Todo de color blanco. También estaban armados como él. Eran la guardia imperial. Supersoldados muy entrenados con fuerza y agilidad sobrehumanas. La tarea aumentaba en dificultad.
MONTE PANTERA
Sin nuevas cartas, recordamos que se pueden dirigir a wakanda2055@hotmail.com (sí, con dos cojones, una cuenta de correo sólo para la serie... No reparamos en gastos). Por decir algo, pues se dice que esperamos sacar los próximos números con mucha más regularidad, y que seguiremos con la saga de Rebelión por la libertad con el mismo esquema: Una pequeña escaramuza contada con todo detalle en presente y por Metallicas mientras en los diversos flashbacks se van explorando los pasados del grupo (Tyca, Fénix, Rino, Klaw, Gopal y Pantera Negra) y cómo se unieron para luchar por Ibaita.