Se dice que todas las historias tienen un principio y ésta comienza con el retorno del joven heredero a Asgard, pues habiendo nacido Magni en pleno campo de batalla, cuando su madre huía de los trolls, elfos y gigantes del hielo que, coaligados, invadieron el reino eterno, acudió Thor a proteger a su dama, seguido por los otros dioses, por Heimdall, guardián del puente del arco iris que une Asgard a Midgard y es hermano de Sif, por Balder, el bravo, por Freyr, Njord y otros muchos que, al defender a la madre y al hijo propiciaron la derrota de la impía alianza de enemigos del reino, expulsándolos al inframundo en fiera batalla y, estando el alumbramiento del nuevo dios bañado por la sangre y la fortuna, fue considerado un augurio de las hazañas por venir y el niño, el favorito de los dioses ya desde la cuna.
Proclamaron las Nornas que el destino del recién nacido sería glorioso, y si vieron en su futuro aciagas nuevas, lo callaron. Eran para el niño las más tiernas manzanas de oro de Idun, que proporcionan la inmortalidad y jugaba él entre los cascos de los corceles de las valquirias, antes incluso de mantenerse en pie, sin que ningún caballo se espantase ni protestasen las adustas mujeres-guerreras que recogen a los héroes caídos en combate y los portan al Valhalla. Lo llevaban de taberna en taberna los tres guerreros, proclamando las virtudes del infante y lo despierto que era para su edad.
Y así, temiendo su noble progenitor que creciese blando y mimado, lo apartó de las doradas calles de Asgard, enviándolo a pesar de su tierna edad al monasterio de los Montes del Ocaso, donde maestros y eruditos, guerreros, sabios ascéticos que tras ganarse la gloria habían elegido la retirada vida contemplativa, lo adiestraron en las disciplinas del cuerpo y de la mente, en el arte del combate por igual que en aritmética y oratoria.
No fue hasta el equivalente a dieciséis años mortales que el heredero volvió a Asgard, convertido en un apuesto y noble guerrero.
Era su pelo como ala de cuervo. Bello a la vez que viril su rostro, en el que resaltaban dos fieros ojos azul hielo y fuerte su cuerpo, de músculos aun jóvenes pero perfilados y firmes.
Se celebró para la ocasión un gran banquete y todos los aesires, así como los grandes señores de los reinos vecinos se personaron en la sala del trono para presentar sus respetos a la dinastía de los Odinson y conocer al heredero, pero nada levantó mas revuelo que la presencia de Loki el mentiroso, hermanastro de Thor, pues todos conocían la larga historia de enfrentamientos entre los dos hijos de Odín y las innumerables ocasiones en que el dios del engaño había puesto en peligro al reino eterno.
Pero Loki vivía retirado desde la muerte de su esposa Sigyn y en la augusta recepción se presentó con su hija Jutta, una joven beldad que era su más preciado tesoro y, sospechaban algunos, el motivo del cambio de éste, que sin dejar de ser taimado, había abandonado sus planes de conquista y venganza.
Jutta era la hija de la mencionada dama Sigyn, aunque según se rumoreaba, su verdadera madre era la mismísima Hela, diosa de la muerte, pese a que la propia Hela era considerada a veces como hija de Loki.
No se parecía en nada la joven diosa a su padre, siendo sus rasgos perfectos, su cabello, dorado como el sol del amanecer y sus ojos, de un azul tan claro que parecía transparente, prometiendo dulzuras sin cuento sus labios sonrientes. Tenía los pechos llenos y atolondrados, y eran sus caderas anchas, lo que resaltaba con su estrecha cintura.
No es extraño que su mirada se cruzase con la del joven Magni, que a su vez la contemplaba embelesado y, aunque rodeado de antiguos conocidos que reclamaban su atención y de personajes que ansiaban conocerlo, se escapaba su vista una y otra vez hacia esta joven Jutta, si bien, poco pudieron decirse en aquella primera ocasión.
Pero el amor tienen sus medios, sobre todo si es primerizo, y los días -y las noches- de Asgard son largos. Se hacía el joven el encontradizo en el mercado, o allá donde ella estuviese y halagaba su belleza con palabras que a ella ruborizaban, pues era la joven discreta.
Pronto se les veía pasear por los jardines de Asgard y todo el reino se hizo eco de la incipiente relación, llegando a oídos de Lady Sif, que recibió la noticia horrorizada, pues conocía la profecía según la cual cuando la sangre de los dos hermanos, el reinante Thor y el artero Loki, se mezclase caería la ruina sobre el hogar de los dioses y los nueve mundos.
Por eso habló la señora con su señor Thor, advirtiéndolo del peligro.
Thor hizo llamar a su hijo e, informado por su propia boca de los acontecimientos, le prohibió ver más a la hija de Loki.
Magni se negó, pues ya no concebía la vida sin Jutta y no creía en vaticinios funestos de viejas rencorosas, pero Thor apeló a su rango de gobernante, y, si no como hijo, el joven tendría que obedecerle como señor del reino bajo pena de exilio.
Enmudeció Magni y se retiró a su habitación, sin querer ver a nadie.
Lo que pensó esa aciaga noche y las que siguieron nadie lo sabe, pues pocos conocen el sentir de un joven corazón realmente destrozado.
Pasaron los días y pareció el joven conformarse a ojos de su padre, lo que complació a Thor y su dama, pero a escondidas siguió viéndose con Jutta, sin que les faltasen aliados a los jóvenes amantes. Les preparaban citas y les facilitaban lugares de encuentro, lejos de miradas indiscretas, y así, el floreciente romance se convirtió en una desatada pasión, más ardiente aún por su condición de prohibida.
Fueron unos meses dulces para ambos, que jamás olvidarían, pero si creyeron que podían mantenerlo en secreto para siempre, pecaban de ingenuos, pues podían ocultar su amor a los gobernantes, pero ¿quién puede engañar al maestro de las mentiras, Loki?
Había observado el taimado desde el principio los cambios en su amada hija, contenta al inicio del galanteo, sin saber los motivos pues eran pocos los dioses que con él hablaban. Se ofendió cuando el asunto salió a la luz pero más pena sintió al ver abatida a su hermosa joya, por eso sospechó cuando la joven recuperó la alegría de vivir poco después. Trataba ella de permanecer indiferente a ojos de su padre, pero no podía evitar la euforia que la invadía cada vez que volvía de un encuentro con su amado y la evidente apatía que la embargaba el resto del tiempo, preguntándose el padre a que se debían tales cambios de ánimo en una joven que siempre había sido serena y tranquila. La interrogó Loki al respecto, pero Jutta nada le dijo y así, un día, Loki recurrió a sus antiguas artimañas y transformado en mosca siguió a su hija, viendo con sus propios ojos como los amantes consumaban su amor.
Profunda y sinceramente escandalizado, acudió Loki a su medio hermano, poniéndolo al corriente de todo y arguyendo que su hija había sido seducida y mancillada por el retoño de Thor.
Loki juró, perjuró, gritó y maldijo al hijo de Thor, al que llamó infame y acusó de haberle robado su perla, su tesoro mas querido y, finalmente, obligó al soberano a cumplir su amenaza de destierro, a lo que Thor no pudo oponerse, pues su palabra como soberano le comprometía, y además, no estaba seguro de querer negarse, pues le dolía en el corazón la desobediencia de su amado único hijo, más aún que su falta, que en el fondo consideraba cosa de chiquillos.
Y así, Magni partió para el exilio, dejando atrás una apenada Asgard sobre cuyas murallas la desconsolada Jutta profería gritos inconsolables y se mesaba los cabellos, hasta que Loki la retuvo, cogiéndola de los brazos y llevándosela a su casa, en la que habría de permanecer encerrada ya para siempre, en espera de su destino.
Aún algunos sospecharon que toda la historia había sido tramada por el dios del engaño para asestar un duro golpe al padre soberano y al hijo, pero cuando pasaron los meses y tampoco Loki salió de su palacio, ni se jactaba de su hazaña, comprendieron que también él estaba sufriendo.
A muchas leguas de allí, en una llanura desolada y azotada por los vientos reuniéronse las Nornas, tejiendo y destejiendo los hilos del destino.
-Nada podemos hacer por estos desgraciados jóvenes- dijo la más joven
-Ya lo sabíamos desde el nacimiento del príncipe- dijo la vieja- pero las hebras del futuro de ambos están firmemente anudadas. Inútil era decirlo, pues nada se puede cambiar. Todavía más han de padecer y desesperarse antes de que todo acabe.
La norna madura, de edad intermedia, ni joven ni vieja, nada dijo pero su mirada vagó sobre el sangriento horizonte y una lágrima furtiva corrió por su mejilla, que ocultó a sus hermanas, pues no era propio de ellas compadecerse del destino de dioses ni mortales.
Durante los largos meses del exilio, Magni vagó por los nueve mundos, viviendo numerosas aventuras en todos ellos y llegando a ser temido y famoso con el sobrenombre de Stormraider, que significa jinete de la tormenta, pues parte de la pena del destierro consiste en renunciar a la verdadera identidad y así pues, nadie podía saber que aquel joven guerrero era el heredero de Asgard.
Recorrió los páramos de Jotunheim, derrotando al más temible gigante del hielo, Norgun, y descendió a Muspelheim, donde desafió al hijo de Surtur tras derrotar a los numerosos demonios del fuego que habían secuestrado a la princesa de Nidavellir, el país de los enanos, misión para la cual sus mejores herreros forjaron un hacha de guerra con el mismo material que siglos atrás fraguaron Mjolnir, el martillo de Thor, sin saber que lo hacían para su hijo.
Participó en las guerras que aquellos días asolaban Alfheim y Svartalfheim pues los elfos oscuros y los elfos de la luz llevaban años contendiendo, pero no sería por ninguna de estas hazañas por lo que el joven sería proclamado dios del poder.
Por supuesto, añoraba a Jutta tiernamente, pero disfrutaba de la lucha, pues era un guerrero nato, y en el fondo de su alma tenía la esperanza de que su padre levantase tarde o temprano el castigo y le permitiese volver al reino y a su amada, pues aquello no era motivo suficiente para romper los lazos de sangre entre padre e hijo.
Al principio de su exilio había tratado de ponerse en contacto con ella para convencerla de que abandonase el reino y se uniese a él en el destierro. ¿Quién necesita a un puñado de viejas, temerosas de profecías sin sentido, estando enamorado?
Pero Jutta no acudió a la cita que habían concertado y Magni se preguntó si ella había dejado de amarle, o tenía más respeto a las tradiciones y las normas de sus mayores que él. Por un momento desesperó, pero luego comprendió que probablemente Loki la tenía sometida a un severo cerco que su mensaje no había podido traspasar.
Y así, no volvió a saber nada de ella hasta tiempo después, cuando, en una taberna de Vanalheim uno de los concurrentes comentaba las malas nuevas que venían de Asgard.
-Una desgracia que no se merecen los Odinson, aunque no puedo decir lo mismo de ese malvado Loki, aunque se diga que él mismo está desolado.
Magni empalideció al oír los nombres conocidos y le pidió explicaciones al chismoso vanir.
-¿A que te refieres, hombre? ¿Qué funestas noticias provienen del reino de los aesires?
-¿No lo sabes? Se dice que la joven Jutta, querida en todo el reino pese a sus siniestros orígenes, fallece entre los dolores del parto y nada pueden hacer los dioses inmortales para salvarla.
-El parto... así pues, estaba embarazada.
-Se rumorea que el padre de la criatura es el mismísimo hijo del señor Thor- comentó un segundo vanir que se había unido a la conversación.
Pero ya Magni no le oyó, pues en cuanto supo la noticia salió de la taberna corriendo y, enjaezando su corcel, se dirigió al galope hacia el reino eterno.
Heimdall, que vigila el puente del arco iris, lo sintió llegar mucho antes de que estuviese a la vista y, aunque amaba a su sobrino, sabía que el joven estaba trasgrediendo las ordenes del señor del reino y, cumpliendo con su deber, alertó al poderoso Thor de la llegada del intruso.
El soberano interceptó a Stormraider en las afueras de Asgard y le ordenó que se detuviese inmediatamente, pero el joven estaba ciego de dolor y preocupación por su amada y cargó contra su padre y señor con furia.
Fue aquella una confrontación de titanes como nunca vieron los nueve mundos. Chocó Mjolnir, el martillo mágico de uru de Thor contra Warsong, el hacha de guerra de Magni y se estremecieron las torres de Asgard en la lejanía por la violencia del choque.
Durante muchas fracciones de tiempo parecieron estar padre e hijo igualados, pues lo que uno tenía de experiencia lo compensaba el otro con ímpetu, a la fiereza del otro contraponía el uno su inmenso poder.
No quería Thor dañar a su hijo, pero Stormraider carecía en ese momento de todo juicio y cuando golpe tras golpe hizo retroceder a Thor, éste mismo perdió la razón y desencadenó tales energías que amenazaron con destruir la misma realidad.
Apareció en ese momento la dama Sif e, interponiéndose entre los dos inmortales consiguió lo que propablemente solo ella podía, apaciguarlos.
Se miraron el padre y el hijo a los ojos y ambos se avergonzaron de su conducta.
-Perdóname, príncipe- dijo Thor- Nunca el soberano del reino eterno debe perder la compostura, pero es esta una dura lección que también tú debes aprender.
-Oh, padre - exclamó Magni, bajando los brazos y arrojando lejos de sí a Warsong- Si debes cumplir con tu obligación y tan atado estás a tus propias promesas descarga aquí y ahora Mjolnir sobre mi cabeza y que los restos de Magni, una vez llamado Stormraider yazcan sin sepultura en la tierra de nadie para toda la eternidad.
Thor miró a su hijo y dudó. ¡Cómo había cambiado en el destierro¡, ¡qué sensatamente hablaba, pero, oh, cómo desgarraban sus palabras el corazón de su progenitor¡
-Pero- continuó el joven- si algo del amor que una vez sentiste por mí queda en tí, si puedes comprender aún el mundo de los sentimientos y no han quedado enterrados éstos bajo el peso de la autoridad, permite que vea a mi amada una última vez.
De nuevo dudó Thor, pero entonces intervino la dama Sif, diciendo simplemente:
-Jutta se muere. Es inminente.
Eso bastó para que los tres se dirigieran al palacio de Loki y acompañaran a la joven en sus últimos momentos.
Nadie sabe lo que ocurrió o se dijo en aquella habitación durante aquella aciaga hora.
Unos dicen que Jutta y su hijo murieron y fueron acompañados al Valhalla por Brunilde, la mayor de las valquirias, en honor al amado de la joven y padre del niño pero la leyenda habla de que en la cámara se presentó Hela, diosa de la muerte, y recogió el último soplo de vida de la parturienta, reclamando al hijo vivo de esta, que de ser cierta esta versión de la historia, habría sido una hembra, para criarla en su propio reino, en virtud de un antiguo acuerdo con Loki, según el cual toda su descendencia por esa parte podía ser reclamada por la horrenda diosa, y así, madre e hija habrían de permanecer en Hel, la tierra de los muertos, la madre como un espíritu sin alma, que vagase eternamente por sus páramos desiertos, y la hija como la única criatura viva en todo el reino, que daría consuelo a su soberana y quizá, quien sabe, algún día la sucediese.
Sea como fuese, Jutta recibió los honores fúnebres que como diosa le correspondían.
Habiendo Loki desaparecido del reino eterno sin que nadie supiese su paradero, estuvo el cortejo presidido por Magni Odinson, al que se le había levantado el castigo de destierro, y, aunque las lágrimas asolaron su rostro aquel día y todos los dioses pudieron verlo y acompañarlo con sus propias lágrimas durante la ceremonia, fue tal la entereza que demostró, pese a su juventud, que fue aquello lo que motivó que empezase a conocérsele como dios del poder, pues no reside éste sólo en las hazañas realizadas, o en la fuerza con que un brazo empuña un arma, presta para el combate, sino también en aceptar los reveses que los nudos de los hilos de las Nornas nos tienen reservados y saber vivir otro día para alcanzar la gloria, beber, fornicar con bellas mujeres y estar un poco más satisfechos con nuestro destino.
Y eso, mortales, es una lección que todos podemos aprender y con ella acaba esta historia que podéis creer o no, pero de la que yo os aseguro por mi honor su veracidad.
FIN