2055: IRON MAN #6 DE 6
Comienzos
Guión: Israel Huertas
Portada: Wish
Marte. Nueva Babilonia. Hospital Central.
Hace dos semanas.
Un equipo médico entra frenéticamente en el ala de urgencias portando a un hombre sobre una camilla. El hombre es Michael Stark, heredero de la fortuna de su familia y promotor industrial de este nuevo mundo. Uno de los doctores que acompaña la camilla ladra órdenes sin parar:
- Despejen la sala doce. Tenemos a un herido con quemaduras leves y un serio traumatismo en abdomen y brazos. Seguridad Alpha. ¡Despejen la zona inmediatamente!
Así se hace.
El hombre en la camilla farfulla frases sin hilar sobre batallas y una cueva.
Sede de Industrias Stark (futura Stark-Fujikawa) en Nueva Babilonia. Marte.
Hoy.
Viéndole caminar, nadie sospecharía que hace unos días este hombre apenas hablara. Michael Stark coge su ascensor privado y desciende hacia los sótanos. Sale del ascensor y camino por media docena de pasillos angostos y con poca ventilación hasta llegar a una puerta blindada. Teclea un código de seguridad secreto en el panel a la entrada y entra cuando los pesados paneles se abren con un leve crujido.
Las luces de miles de pequeñas pantallas le hacen un poco de daño en los ojos, tras su deambular por la penumbra. Ante él, un fabuloso laboratorio de última generación ronronea con los susurros de la estática de docenas de máquinas trabajando. La silueta holográfica de un hombre con bata le saluda:
- Buenos días, Sr. Stark.
- Vamos, Bean, sabes que para ti soy Chris.
- Cierto, pero es aconsejable mantener las formas si queremos que el engaño funcione, ¿no cree, sr. Stark?
- Vale, vale. ¿Cómo va nuestro proyecto secreto, Bean?
El holograma se vuelve y examina las pantallas de un panel enorme situado sobre él. Al fondo, enmascaradas por una fina capa de humo, las máquinas ensambladoras trabajan sin respiro.
- Bastante bien, la verdad. Me costó dar con la aleación correcta que Tony Stark había utilizado, pero ahora, con eso salvado, la nueva armadura Iron Man va viento en popa.
Chris Hogan, ahora ocupando la identidad de Michael Stark, se acerca a su amigo, interesado por sus funciones.
- Ya veo, Bean. Es importante que esté acabado pronto. Lo necesitaré como mascarón de proa para la nueva dirección que quiero darle a este planeta.
- Espero que el compromiso sea duradero, Chris - dice Peter, entrando desde una de las salas anexas. Va vestido de chófer -. No quisiera que se te subiera a la cabeza la nueva identidad.
- Identidad que, te recuerdo, me forzaste a adoptar - dice Chris, con media sonrisa.
Su compañero y amigo se acerca a él y le propina una pequeña colleja.
- Bueno, ojalá hubiera habido tiempo de avisarte, pero tal como estaban las cosas... En fin, dejémoslo. Como tu chófer y asistente personal, es mi deber informarte que la rueda de prensa comienza en doce minutos. ¿Estás preparado para esto?
- Supongo que sí -contesta Chris con todo el aplomo del que es capaz-. ¡Qué remedio! Nunca quise ser el salvador de nadie, pero está claro que aquí se necesita uno y, bueno, no creo que haya alguien peor que yo para eso.
Mientras los dos se dirigen a la puerta, Bean continúa con su trasiego. Nunca le importaron las fechas de entrega, pero le gusta ser minucioso en lo que hace.
- ¿Crees que los de Fujikawa pondrán impedimentos? - pregunta Peter.
- No cuando vean la armadura y, entretanto, es posible que tenga un aliado en sus filas.
Marte. Nueva Babilonia. Hospital Central.
Hace una semana.
Tras recibir varias visitas de Peter (con un pase de seguridad conseguido mediante las artes electrónicas de Bean), y ser puesto al corriente de la nueva situación, Chris Hogan se disponía a abandonar el hospital para iniciar su nueva vida como Michael Stark.
Ya estaba casi vestido, a falta de abrocharse la camisa y ponerse la corbata, cuando aquella mujer entró por la puerta y dijo:
- Me alegro de verte recuperado, Mike.
Chris se volvió, sorprendido, y reconoció a la joven por sus fotos en los ecos de sociedad. Aquella hermosa mujer japonesa no era otra que Vanessa Fujikawa, la que sería esposa de Michael Stark en unos meses.
- Vaya, Vanessa - dijo Chris, nervioso por la posibilidad de que se descubriera el engaño-, da gusto... bueno, verte.
- He venido por orden de mi padre. Si estás bien, supongo que he terminado aquí. Nos veremos en la boda.
- ¡Espera! Podríamos, no sé, charlar un poco. Conocernos, ¿no crees?
- Nuestra boda es una obligación, no un placer, Michael. No fingiré ser algo que no soy salvo delante de las cámaras. Seamos claros: tú no me gustas. No me gusta lo que haces aquí ni tu mundo en general, pero soy consciente de mis deberes hacia mi padre y le honraré aunque me pese.
Con esto, Vanessa se giró en intentó marcharse. Chris la cogió de un brazo, bruscamente. De la misma forma, ella se deshizo de su presa.
- No te equivoques conmigo, Michael.
- No soy quién tu crees, Vanessa. Lo que ha pasado... el accidente en la Fosa y luego en mi laboratorio con aquella armadura - recitó las palabras de la versión oficial pactada con Peter como si quisiera quitárselas rápidamente de encima -, me ha hecho abrir los ojos. He cambiado. De verdad. Ahora sé que debo hacer algo hacia esta gente si quiero estar a la altura de la memoria de mi abuelo. He descubierto cosas que... bueno, me han hecho volver a plantearme la vida - ella le escuchaba intrigada -. Se que nada de esto es de tu gusto y ojalá lo hubiera comprendido, pero si tu me ayudaras, si tu me guiaras en este nuevo rumbo... quizá podríamos lograr algo genial en este planeta.
Vanessa Fujikawa miró de nuevo a su prometido. Algo en sus ojos había cambiado (y no solo el color, acusado al trauma del accidente por el cuadro médico). Su mirada era agresiva y sincera. Firme pero amable. Para su sorpresa, descubrió que tal vez si podría enamorarse de este Michael Stark, pero se sobrepuso a esto y volvió a su fría pose de mujer de negocios.
- No eres de fiar, Michael. Si quieres que te apoye, necesitaré que tu des el primer paso.
Y se fue. Y Chris no podía dejar de suspirar de alivio. No era mala cosa ser un hombre casado si su esposa iba a tener tan buen aspecto. Si además conseguía interesarla como hombre, eso ya sería un auténtico milagro.
Sala de conferencias de Industrias Stark. Nueva Babilonia. Marte.
Hoy.
Como buitres, la prensa marciana y terrestre se disponía a cubrir el ridículo evento de la comparecencia de un rico industrial que se había roto un par de uñas en un accidente. Pura rutina para aquellos aguerridos periodistas. Todos deseaban que acabara pronto para poder tomarse una cerveza y ver el partido de esa tarde.
Stark entró con su chófer. Su secretaria, Roberta, estaba clocando los micros en el estrado.
- Todo está preparado, Michael.
- Muy bien... ehm, Roberta. Gracias.
Roberta estaba bastante perdida desde que Stark salió del hospital. Habían sido amantes desde hacía dos años pero ahora, no es que la tratara con desdén, es que ni siquiera parecía conocerla.
Al fondo de la sala, Michael Stark puedo ver a su prometida, detrás de la prensa. Roberta se puso al lado de Vanessa tras un frío saludo. Stark empezó:
- Damas y caballeros de la prensa, espero no hacerles perder mucho el tiempo. Intentaré acabar antes del partido, lo prometo - hubo risa general ante un gesto al que no estaban acostumbrado. Peter pensó que el cabrón de su amigo tenía buenas tablas para ese negocio -. Quiero decirles que me encuentro bien. En plena forma de hecho - de nuevo risas ante el gesto de Chris fingiendo que corría -. Si les he emplazado aquí es para decirles que Industrias Stark ya no está ciega. Los recientes sucesos me han obligado... no, no obligado. . . me han orientado para tomar cartas en el asunto de los mineros y en el estatus de esta sociedad que pretendemos crear aquí, en Marte. Es hora de acabar con el peligro de unos trabajadores al límite y el desequilibrio social que, gente como yo, ha potenciado hasta ahora. El lunes empezará a funcionar la Fundación María Stark, en recuerdo de mi bisaubuela, que se volcará en invertir parte de los beneficios de esta empresa en remodelar los barrios mineros y reubicar a estos trabajadores en viviendas dignas y seguras. Aparte, el departamento de seguridad laboral de Industrias Stark incrementará el presupuesto para reducir al mínimo los riesgos a los que los mineros se enfrentan en su día a día - murmullo generalizado, fotos y grabadoras dormidas que eran encendidas ante el bombazo -. Va ser mucho trabajo que espero de rendimientos y, espero también, cuente con el apoyo de mis asociados en Empresas Fujikawa. Señoras y señores, buenos días.
Y se marchó raudo hacia su coche aéreo, escoltado por Peter, únicamente. La prensa intentó colar alguna pregunta, pero no hubo ocasión. Al fondo de la sala, Vanessa Fujikawa se marchó con una sonrisa de oreja a oreja en el rostro. Roberta no podía creer lo que había pasado.
En el coche, Peter disfrutaba como nunca:
- Sí, señor. Se han quedado de una pieza.
- De eso se trataba. Uff, que descanso haber soltado la piedra.
- ¿Y ahora, Sr. Stark, a dónde?
- Al mañana, Peter. A un mañana mejor.
EPILOGO:
Sede de Empresas Fujikawa. Nueva Babilonia. Marte.
Anochecer del mismo día.
Yoshimaru Fujikawa miraba las calles de la ciudad desde su ático con creciente ira. Ya no podía frenar la fusión con Stark sin levantar una fuerte polvareda en la bolsa, pero empezaba a planear sus movimientos a corto plazo.
- Muy bien, Stark, muy bien. Disfruta de este momento como si fuera el último pues, me temo, que tu papel en esta empresa está próximo a su fin.
FIN... Y PRINCIPIO
HOMBRE DE HOJALATA
¡Decidnos qué os parece! El Hombre de Hierro del futuro volverá a aparecer próximamente en las páginas de Vengadores 2055... ¡estad atentos!