2055: HULKA #2
Tránsito por el desierto
Guión:
Jose Cano
PORTADA: Hulka ocupa toda la portada, con los músculos en tensión y mirada de determinación. Lleva una especie de sabana blanca echa jirones encima. Se siente por el que quisiera verla en pelotas.
Bajo los escombros de lo que una vez fue el Nido de las Águilas.
Li-Huan se ha apartado de todos a un rincón, a llorar. En su
descrédito he de decir que creo que llora más por el proyecto fracasado
que por la muerte de su amiga. George Weaber es incapaz de llorar o
hacer nada, de repente se siente vacio, no consigue sentir pena por
Alejandra, ni sentimiento de pérdida. ¿Había llegado a quererla? Creyó
que sí, pero ahora piensa que simplemente se la tiraba y listo, y no
puede evitar sentirse algo culpable. Subconscientemente. Scott Hammond,
bueno...., está ocupado en lamentar toda la pasta que ya no va a ganar.
Y el supervisor del Cabo está demasiado cabreado como para pensar en
la heroicidad de nadie. Uno de los técnicos suspira de alivio cuando
recibe un mensaje por radio. Hace años que casi no se usan, pero en
casos de emergencia, como este, nunca vienen mal.
- Hey, gente. - avisa. - Tenemos un par de helicópteros ahí arriba, y
los bulldozers vienen de camino. En un par de horas estaremos fuera. Y
parece que la explosión gamma no ha sido tan grave.
Muchos kilometros más arriba y más hacia el sur.
El calor hace que la cabeza le dé vueltas. El reflejo del
brillo del sol sobre la arena hace horas que le produce una ceguera
parcial, incapaz de concentrar la vista en ninguna parte sin
encontrarse ese brillo de nuevo. Debería haberse quemado los pies, pero
ya ni siquiera los siente. Camina hacia delante como podría caminar
de espaldas, pues no sabe - o cree no saber - quién es, dónde está, o
qué hace. Su recuerdo más reciente es la sorpresa de observar sus
brazos y piernas inusualmente largos - no está segura de por qué, pero
sabe que ese no es su estado natural - y de color verde, un verde
esmeralda parcialmente más claro que el de su pelo. Las rodillas le
flaquean y cae boca abajo sobre la arena. La temperatura de esta hace
que se ponga en pie de nuevo de un respingo al sentir como se le quema
la piel desnuda. Sin saber que hacer, con el deseo primario e
instintivo de buscar agua, continua su errático camino.
Una de las precauciones de seguridad que se tomaron al
construir los robots de apoyo para la misión de Marte era el asunto de
su caducidad. Es decir, se cercioraron de que pudiesen durar más que
la propia misión y los mismos astronautas. Su esperanza de vida media
estaba estimada en unos 250 años, seguramente más, pero ninguno de los
robots había alcanzado aún ni siquiera la mitad de esa edad, así que
todo eran suposiciones. Lo realmente importante, el punto al que quiero
llegar, es la precaución añadida a la extremada longevidad de las
máquinas:
su necesidad de sueño. Un robot estándar no debería tener por qué comer,
dormir o defecar, y la capacidad de su cerebro - tanto de cara al
almacenamiento de información como en la rapidez de procesamiento de
ésta -
sería varías veces la de un ser humano. Un ser consciente e inteligente
de
estas características y capaz de vivir varios siglos..... Algún
paranoico
pensó que podrían llegar a volverse contra sus propios creadores. El
primer
paso fue volverlos un poco más tontos de lo recomendable. El segundo
hacerlos dependientes de los humanos. Los robots ligeramente más
sofisticados - Stanley, el robot asistente de Alejandra - necesitan
"dormir", es decir, pasar un número determinado de horas diarias
apagados, o
sus sistemas terminan sufriendo un colapso. Los pocos afortunados que
poseen
robots de este tipo han adoptado la siguiente costumbre: programan a sus
robots para que, al "dormirlos" o apagarlos duerman exactamente el
número de
horas preestablecidos y despierten en el momento que a ellos les
conviene exactamente. Como no es posible programar al robot para que
se "duerma" por sí mismo, sólo podrá "descansar" si hay un humano cerca
que lo desconecte. Lo cual, en esta ocasión, y después de regresar de
su último "sueño" no es el caso de Stanley.
El problema de la deshidratación, el calor, etc....., unidos
al hecho de que tu cuerpo ha sido expuesto a la radiación para mutar y
convertirse en algo que ni siquiera te has atrevido a soñar, causándote
una amnesia temporal de paso, es que tu cerebro empieza a debilitarse,
y, poco a poco, comienzas a alucinar. Este es el caso de Alejandra. En
un extraño mecanismo de defensa, de rápida recuperación de la memoria,
su mente la hace volver a la infancia, haciéndola recordar toda su vida
por orden cronológico, tal vez por que toda la vida pasa por delante de
los ojos cuando se va a morir. Tal vez. El primer recuerdo que su
memoria y su imaginación conspiran para devolverle de golpe se remonta
a cuando tenía tan sólo dos años, el nacimiento de su hermano. Junio
de 2024. Hospital impoluto, olor a esterilización. Las maternidades
son ya tan seguras que se ha perdido la tradicional estampa del padre
nervioso que da vueltas por el pasillo. No, su padre esperaba con ella
sentada sobre las rodillas, proponiéndole nombres para el hermanito en
camino. Consigue recuperar, a un nivel casi subliminal, la consciencia
de sí misma, y se pregunta cómo demonios puede acordarse de algo que
sucedió cuando era tan pequeña, y lo que parecía más importante: ¿por
qué se acordaba precisamente de eso? El instante de lucidez se fue tan
rápido como llego y el torrente de imágenes comenzó de nuevo. Del
principio al fin, pasó del fugaz y borroso recuerdo de cuando apenas
levantaba dos palmos del suelo en el día del nacimiento del hermano,
al entierro de éste, ya con 27 años, Navidades de 2049. Hace seis años.
¿Se puede ir más rápido en una carrera?, le había preguntado alguien
algunos años antes. Se referían a ella, claro, a lo meteórico de su
carrera científica. De nuevo recuperó la lucidez. Sintió que de repente
alguien la cogía, ella caía al suelo y varias manos la sujetaban, la
movían y la tumbaban sobre algo que parecía un colchón. De nuevo perdió
toda noción del tiempo y el espacio. Qué bien le vendría dormir.
Lapso de tres días.
- Por supuesto ya imaginarán que de misión a las Lunas de Júpiter ni
hablar, ¿no?
Li-Huán bajó la mirada. A su lado el director de la misión se contenía
para no expresar la rabia. Aquél capitoste supremo de la NASA - vaya a
preguntarle el título oficial al maestro armero si no le importa -
tenía tanta delicadeza como un yunque o un editor de comics, a elegir.
- No puede suspenderla sólo por el fallo del motor. Además, ¡funciona!
- ¿Funciona? ¿Es una broma?
- ¡No! - interviene Li-Huan con tono airado - Fue por culpa de ese
imbécil que ustedes mismos nos impusieron. El motor funciona
perfectamente. Los diseños están ahí, pueden y hacer pruebas ustedes
mismos en el Cabo.
- No gracias, no quiero que Florida se convierta en un desierto
radiactivo.
- En Dallas no ha ocurrido eso. - argumenta el director, Taylor
Emmander, protector de Li en su momento, caído en desgracia hacia un
par de años y que ahora trataba de recuperar mediante el proyecto del
motor de energía gamma.
- Gracias a Dios.
- No, gracias a mi compañera.
- La dra.Johansson ha actuado como una heroína, debo admitirlo, pero
no esperará que por eso....
- Pretendo que retire a Hammond de cualquier clase de trabajo serio
con la NASA y que lo encierre como responsable de la muerte de
Alejandra Johansson y de la creación de la nube radiactiva de Dallas
y Austin.
- Sepa que esas son acusaciones muy graves.
- Claro que lo son. Si no, no las formularía.
- Ya veo... - el hombre duda durante unos segundos. - Ya veremos. Creo
que realizaremos esas pruebas, pero con muchas más precauciones de las
que ustedes se molestaron en tomar. Son muchos millones invertidos. -
se pone en pie. - Pero los dos quedan apartados del proyecto de momento.
Ya veremos que ocurre con Hammond.
Otro fogonazo de consciencia. Esta vez el recuerdo interrumpido
era dulce, uno de los pocos felices que conservaba de su estancia en
Inglaterra. La tarde en que conoció a Alvar Wilde. Se ve incapaz de
realizar el más leve y simple de los movimientos. Ni siquiera puede
abrir los ojos. Trata de utilizar el dolor en su propio beneficio, a
través de él se hace consciente de su cuerpo y comienza a hacerse una
composición de lugar para saber donde se encuentra y en qué situación.
De nuevo nota la anormal longitud de sus miembros. "Por todos los.....
...., ¿soy más alta?" Este pensamiento termina por devolverla en sí.
Ahora vuelve a ser ella, se acabó el torrente alucinógeno, ya es
plenamente consciente de sí misma y lo recuerda todo, casi de golpe.
La compresión la abruma. O está muerta - ¿realmente lo está? ¿es así
la muerte? - o la radiación......, la radiación la ha hecho mutar,
convertirse en otra cosa. Al menos es algo parecido a un humano. No
puede moverse, pero se "nota" a sí misma, desde los dedos de los pies
a la punta de los cabellos. Dos brazos, dos piernas, mucho más largos y,
al parecer, musculosos, que antes. Dos senos - sonreiría si no fuese
porque el esfuerzo la haría desmayarse - bastante más grandes que antes.
Su cara.... No se ve capaz de saber si sigue poseyendo sus rasgos,
aquellos que la convertían en ella, en Alejandra. El pelo, algo más
largo, juraría que se le ha rizado. Y ahora trata de concentrarse en
su situación actual. Está sobre una superficie blanda, evidentemente
es un colchón, esto no tiene más misterio. Un colchón caliente y
empapado de sudor, ¿cuánto tiempo lleva en él? ¿Dónde está? ¿Qué habrá
ocurrido con la base? ¿Qué les habrá sucedido a los demás, a Li, a
George....? ¿La nube atómica habría causado muchas víctimas? ¿Habría
muertos a causa de la explosión? Dios, tantas preguntas.... De repente,
escucha. Alguien se mueve cerca suyo, al parecer, debería haberse dado
cuenta antes, ha estado allí todo el rato. Es imposible saber
- al menos para ella - sólo por como suenan sus movimientos cómo es
una persona, más en el caso de ésta, que apenas hace ruido. Una puerta
se abre, alejada de la cama en la que Alejandra se encuentra. Varias
personas más - dos o tres - entran en la habitación. La primera en
hablar es la que estaba dentro ya, con ella. Es un voz de mujer, una
mujer algo mayor que Alejandra, segura y firme, una voz acostumbrada
a ordenar.
- ¿Qué hacéis aquí? Lo mejor es que no la molestemos mientras se
recupera
- ¿Ha recuperado la consciencia, ha hablado? - contesta la voz de uno
de los otros, un hombre joven.
- ¿Sabes ya si es una mutante o algo así? Mira su piel. Tiene que serlo.
Esta última era la voz de otra mujer, también bastante joven. Pero
Alejandra no se paró a analizar eso. "¿Su piel? ¿Qué le ocurre a mi
piel?"
- No y no. Los dos fuera de aquí. Quiero que se recupere cuanto antes.
- Puede que esté enferma por culpa del accidente en el Nido de las
Águilas, ¿lo has pensado? Quizás haya más gente como ella, puede que
mutantes huidos de uno de esos horribles ghettos en los que los hacinan.
- el tono sube. Al parecer el muchacho empieza a indignarse. - ¡Cuándo
pienso en esos malditos yanquis del demonio, haciéndole estás cosas a
nuestra amada Texas! - "¡¿Nuestra amada Texas?! ¡NO! ¡El Frente de
Liberación!" - Deberíamos salir en busca de posibles víctimas.
- No. Cuando la encontrasteis ya estabais desobedeciendo órdenes.
Rennal lo dejó muy claro, no actuaremos hasta que él lo diga, ni
tampoco saldremos de aquí, bajo ninguna circunstancia. ¡Y ahora fuera
de aquí!
¡Rennal! Si, definitivamente, la había salvado un comando del Frente
de Liberación del Pueblo de Texas.
- Pero Alice...
Alice. Esa debía ser la mujer que la atendía.
- Me da igual lo preocupados que estéis, no puede hacerle ningún bien
el ruido que estamos haciendo. - "¡Según se mire Alice!" - Necesita
descansar. ¡Fuera!
Cuerpo moviéndose, la puerta se cierra. El oído de Alejandra se ha
aguzado lo bastante como para darse cuenta de que la mujer, Alice, se
acerca a ella. La "nota" sentarse en una silla junto a la cama. Unos
segundos después una mano, suave y fría, con algunas arrugas, le
acaricia la frente.
- Eres preciosa. Y yo sé lo que eres. Casi no puedo esperar a que
despiertes, estarás tan confundida.... Pero yo te ayudaré.
Alejandra cree que debería contestar. Le encantaría hacerlo, además de
abrir los ojos y poder ver a su nueva amiga. Pero no puede. Se siente
frustrada, ¿tan mal está? De repente siente el contacto de la otra de
las frías manos de Alice, revolviéndole el pelo.
- Sí, justo como imaginaba que sería al tacto. Me gustaría poder tocar
el resto de tu piel, pero hacerlo ahora y sin tu permiso.....
- Alejandra se pone muy nerviosa. - Eres preciosa Hulk.
"¿Hulk? ¿Qué es Hulk? ¿Yo? ¿Por qué, que ocurre? Tengo que contestarle,
preguntarle.....," Las dos manos se retiran de su cara y su pelo.
Escucha el rumor del movimiento de Alice al levantarse de la silla.
- Mejor te dejo en paz. Volveré en una hora, para intentar inyectarte
algo que tu cuerpo pueda metabolizar como alimento.
Alejandra "nota" a Alice inclinándose y luego un leve beso en la
mejilla.
- Nunca creí que me encontraría contigo. Es decir, con uno como tú, ya
sé que no tienes nada que ver con los otros. - "¡¿Otros?! ¿Más como yo?
Pero....., ¿qué soy yo? ¿Más afectados por la radiación gamma?" -
Hasta luego.
La mujer se mueve, Alejandra sabe que va a salir de la habitación.
Tiene que detenerla. Pero en su actual estado abrir la boca es un
esfuerzo sobrehumano que la hace perder el sentido sin darle tiempo a
emitir un solo sonido.
VERDE DE ENVIDIA
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Jose A. Cano