PORTADA: Muerte, arrodillado entre los cadáveres de cientos de latverianos, se cubre la cara con una mano.
- Quiere... -repite Mens, el telépata integrante de los Penitentes con otra
voz, una voz que recuerda a cientos de personas hablando exactamente a la
vez, al unísono- ¡ASIMILAROS A TODOS!
Intensas ondas de crudo poder mental sacuden a los ocupantes de la
plataforma flotante, mientras bajo ellos el engendro llamado Gestalt ríe.
Grav, Aplastador y Wilhem Johanssen se llevan las manos a la cabeza, en un
fútil intento de aliviar el terrible dolor que les provoca el ataque
psiónico de su compañero; Muerte, por el contrario, permanece impávido
mientras sus acompañantes caen de rodillas.
El hombre de la armadura sopesa sus opciones: con una sola orden verbal,
los nano robots injertados en la corriente sanguínea del telépata -en la de
todos los Penitentes, en realidad- interrumpirán el flujo de sangre hacia su
cerebro, causándole la muerte en breves instantes; así es como se paga la
traición en Latveria. No obstante, el Penitente francés no ha cometido
ningún acto de traición, sino que está poseído por la monstruosidad que se
encuentra bajo el quinteto. Así pues, Muerte opta por otra opción:
interrumpir el flujo sanguíneo al corazón durante breves momentos.
Mens grita de dolor y bajo ellos, Gestalt grita también, como Muerte
suponía y esperaba. Recoge al telépata antes de que se caiga, inconsciente,
y se vuelve hacia sus súbditos, que se están incorporando.
- Vaya dolor de cabeza -protesta Aplastador-. ¿Qué cojones le pasa al
franchute?
- Si tuvieras dos dedos de frente te darías cuenta que no actuaba por
voluntad propia -replica Grav.
- Sigue así y quizá te reduzca yo la frente a menos de dos dedos, muñeca.
- No te prives de intentarlo, primate.
- Evidentemente hemos cometido el error fatal de subestimar a nuestro
adversario -dice Muerte, y ambos contendientes guardan silencio-. Se impone
un estudio más detallado de sus capacidades. Grav, Aplastador, vendréis
conmigo. Doctor Johanssen, tengo entendido que estudió medicina.
- Así es, Sire. Estudié la carrera en...
- Bien, entonces usted cuidará de Mens. No creo que haya sufrido daños
permanentes, y menos aún de índole física, pero lo mejor será no correr
riesgos.
- Así lo haré, mi rey -replica el hombre con voz débil.
- Bien. Penitentes, conmigo.
Muerte activa los minipropulsores de sus botas y se eleva por los aires.
Grav usa su poder para seguirle y Aplastador activa un dispositivo de su
cinturón que le permite anular la fuerza que la gravedad ejerce sobre su
cuerpo, dispositivo que llevan todos los Penitentes que no pueden volar. La
mujer asiática no deja de preguntarse una y otra vez por qué Muerte no
recurre a ese sistema en lugar de los anticuados propulsores.
- Recordad, no debéis entrar en contacto físico con Gestalt o seréis
asimilados. Aplastador, utiliza lo que quieras como arma arrojadiza. Grav,
concéntrate en incrementar su peso todo lo posible para entorpecer sus
movimientos. Quiero averiguar más sobre su fisiología.
- Cojonudo, fiesta -dice Aplastador mientras Grav sacude la cabeza.
Empieza la lucha; Aplastador, desde tierra, lanza restos de coches y
escombros contra el monstruo, que retrocede aturdido por el repentino
aumento de la gravedad sobre él. Muerte lanza periódicas descargas de
energía sobre el ser con una mano mientras que con la otra maneja la
holografía que representa un tablero de ordenador.
- A partir de los datos obtenidos por Mens al contactar con la mente de
Gestalt -habla la voz de Víctor, el ordenador programado con los recuerdos y
personalidad del Víctor von Muerte original-, podemos suponer que las
víctimas de Gestalt no son simplemente asimiladas para incrementar su masa,
sino que sus mentes se suman a la del sujeto. Curiosamente, la mente
principal parece mantener el control de las demás, sería interesante
comprobar si retiene los recuerdos y habilidades de sus componentes.
- Componentes -repite Muerte mientras sacude la cabeza y revisa otra vez sus
datos-. Eso es lo que son para él. Esas pobres almas no tienen salvación.
- Así es -replica Víctor confirmando las palabras del monarca-; una vez
iniciado el proceso de asimilación se vuelve irreversible, puesto que
Gestalt absorbe los fluidos y varios órganos vitales de sus víctimas para
obtener sustento.
Un suspiro escapa de la boca de Muerte. No puede salvar a sus súbditos, y
lo único que puede hacer es matarlos antes de que la cosa empeore y más
latverianos perezcan.
- Víctor, inicia el protocolo Tierra Yerma.
- Iniciado. Esperando orden de ejecución.
- Si todo lo demás falla... al menos me aseguraré de que esta abominación no
salga de Scholendstadt.
El Doctor Johanssen observa la escena con aprensión; se retuerce las manos
nerviosamente y suda profusamente. Esto no sale como él quería... la culpa
es de Stoiber, su ayudante. Si no hubiese metido las narices donde no
debía...
Mens, que recupera la consciencia poco a poco, capta esos pensamientos casi
accidentalmente. Aún está confuso, de hecho no sabe quién es, perdido en una
maraña de recuerdos y emociones. Pero hay una que predomina sobre las demás:
el odio. Odio hacia el escuálido hombrecillo que está ante él. Ciego de
rabia se abalanza sobre el científico, quien espantado retrocede y cae de la
plataforma voladora hacia el vacío, gritando.
Muerte observa la caída del hombre sin realizar movimiento alguno, perdido
en sus reflexiones.
Gestalt, a pesar de estar desprovisto de boca o de algo parecido, parece
emitir un rugido triunfal.
PRÓXIMO NÚMERO: El secreto de Gestalt. Más cosas sobre Muerte. ¿Sobrevivirán él y los Penitentes? Todo eso en el próximo número.
CORREO DE DOOMSTADT
Seguimos narrando las aventuras del monarca de Latveria. Escribid para lo que sea a Doctor_Muerte_2055@hotmail.com para lo que queráis.