PORTADA: Un enorme ser humanoide extiende su grotesca mano hacia el Doctor Muerte y su grupo de Penitentes, subidos en una plataforma voladora.
Los ciudadanos de Doomstadt saludan a la pequeña nave plateada que surca
los cielos de Latveria a una velocidad ligeramente superior a la del sonido,
pues saben que en ella va su amado monarca, y que seguramente se dirige a
alguna importante misión para cuidar su bienestar.
Por supuesto esto es cierto. Una tremenda amenaza se cierne sobre
Scholendstadt, una amenaza que podría muy bien acabar con Latveria... y
quién sabe sino con el resto del mundo también.
El Doctor Muerte reflexiona sobre la situación sentado en su silla, hecha a
imagen de su trono en el castillo. Se dispone a enfrentarse a un ser que
aumenta su masa absorbiendo seres humanos, convirtiéndolos en materia prima
para seguir creciendo. ¿Es un accidente? ¿O es acaso sabotaje, un acto de un
nuevo enemigo?
Su atención se desvía hacia sus acompañantes, tres integrantes del grupo
que Muerte ha denominado Penitentes: súper criminales, proscritos, o
simplemente seres inadaptados a la sociedad a los que Muerte ha dado una
segunda oportunidad. Y todos ellos saben que no habrá una tercera.
Aplastador. Caucásico, 2 metros de altura, ni un solo pelo en todo el
cuerpo. Un cerebro tan simple como su nombre. Condenado en los Estados
Unidos a morir tras el asesinato de decenas de personas al destruir un
edificio.
Grav. Mujer asiática, 1,7 m. Control casi absoluto de la gravedad.
Perseguida por el gobierno alemán por actos de terrorismo.
Mens. Caucásico, 1,5 m. Telépata de nacionalidad francesa. Maníaco
depresivo, Muerte evitó su suicidio cerca de la sede de la ONU y lo reclutó
por la fuerza. Su trastorno mental ha sido corregido mediante
nanotecnología.
La misma nanotecnología mantiene a estos hombres y mujeres -así como al
resto de Penitentes- bajo el control de Muerte. Un solo acto de rebeldía, de
insubordinación, y el riego sanguíneo al cerebro se interrumpiría de
inmediato, causando una muerte poco agradable. Es tecnología adaptada de
otros: este Doctor Muerte carece de la inventiva del original, si bien es
perfectamente capaz de manejar la tecnología a su disposición.
- Hemos llegado a Scholendstadt, sire -dice Mens, el piloto.
- Activa proyección visual -responde el monarca al tiempo que se alza de su
silla. En medio de la nave se materializa la figura de un ser humanoide,
rodeado de edificios. Los Penitentes apenas pueden disimular la repulsa que
les produce el advertir que el gigantesco ser está formado en realidad por
innumerables hombres y mujeres latverianos.
- No sabemos aún el origen de este...engendro -prosigue Muerte-.
Descenderemos en la plataforma de observación y tomaremos todas las muestras
que sea posible. Mens, tú te encargarás de establecer comunicación
telepática con... eso, para averiguar si existe algún modo de razonar con
él. Aplastador y Grav... de momento seréis observadores. No haréis nada sin
mi previo consentimiento. ¿Ha quedado claro?
Aplastador farfulla algo, pero baja la cabeza ante la acerada mirada de
Muerte.
- Sí, sire -replican los tres.
- Fascinante -comenta Muerte en voz alta mientras revisa los datos que va
recibiendo sobre el ser. Una holografía ante él representa el menú de
comandos para manejar sus complejos ordenadores, de manera que solo tiene
que señalar con su dedo, como si fuese el puntero de un ratón de ordenador-
a cada segundo que pasa sus movimientos se van volviendo menos torpes, más
refinados.
- Tal parece que esté evolucionando de estado primitivo a un ser
racional -comenta la voz de Víctor, su ordenador principal, en los
receptores de audio de su máscara.
- Si eso es cierto, simplificaría la tarea de Mens -el telépata lleva más de
una hora intentando comunicarse con la criatura, siendo incapaz debido al
"ruido" de los cientos de latverianos atrapados en su interior y a otra
presencia (posiblemente la mente de esa criatura), que es poco más que puro
instinto.
- Sire, un hombre ahí abajo nos hace señas -señala Aplastador. Muerte no
puede sino maravillarse de que el bruto haya sido capaz de percibir la
presencia del hombre, y aún mas que se haya dado cuenta de que les están
haciendo señas.
- Grav, por favor -responde el rey. La mujer se concentra, y la gravedad en
torno al asustado hombre se ve alterada, hasta que se ve en la plataforma
junto a Muerte y a los tres Penitentes.
Muerte observa al hombre: Bastante bajo, y su delgadez extrema indica
descuido en su nutrición. Calvo, con vetas de cabello blanco sobre las
orejas; marcada nariz aguileña y ojos castaños pequeños. Su bata blanca
desgarrada le señala como un científico.
- Es el Doctor Wilhem Johanssen -señala Víctor-, científico asignado a
estudiar técnicas de regeneración de tejidos humanos. Si lo deseas puedo
proporcionarte su historial y/o curriculum vitae...
- No será necesario. Doctor Johanssen, asumo que usted sabe lo que ha pasado
aquí. Espero un informe de la situación -y su tono indica que espera también
que el científico no sea responsable de la tragedia.
El científico traga saliva antes de hablar y empieza a sudar profusamente.
Al fin, tras varios quiebros en su voz consigue hablar:
- Llevo meses trabajando en un método de alterar la estructura genética
humana para lograr dotarla de habilidades regenerativas que permitan a una
persona recobrarse de cualquier herida, por grave que sea -carraspea y se
interrumpe durante un incómodo rato, cuando prosigue no deja de retorcerse
las manos nerviosamente-. Anoche mi ayudante, Sven Stoiber, entró en el
laboratorio sin autorización y se trató a sí mismo con el proceso de mejora
molecular. Aún no había sido probado con humanos, y el resultado... bueno es
evidente.
Muerte permanece inmóvil, con su mirada fija en Johanssen, quien desvía su
vista hacia sus pies, incapaz de mantener la mirada de su soberano.
- ¿Y por qué este... Stoiber habría de cometer un acto de traición
semejante? -pregunta Muerte.
- No... no lo se, Sire. Quizás sufrió delirios de grandeza y decidió
beneficiarse de mis experimentos para conseguir poder... o quizás quiso
asegurarse de que el experimento funcionaba y luego venderlo a alguno de
vuestros enemigos, Señor. Sí, seguro que es eso -añade el científico, con un
tono de esperanza en su voz.
El Doctor Muerte no contesta, pero sigue clavando su mirada implacable en el
hombre.
- ¡Al fin! -interrumpe Mens- He conseguido entrar en la mente de la
criatura -una fina película de sudor se materializa en su frente-. Se ha
bautizado a sí mismo como Gestalt, y quiere... quiere... -los ojos del
telépata se ponen en blanco; Muerte se pone en guardia de inmediato,
producto de décadas de experiencia.
- Quiere... -repite el telépata, con otra voz, una voz que recuerda a
cientos de personas hablando exactamente a la vez, al unísono- ¡ASIMILAROS A
TODOS!
Intensas ondas de crudo poder mental sacuden a los ocupantes de la
plataforma flotante, mientras bajo ellos el engendro llamado Gestalt ríe.
PRÓXIMO NÚMERO: ¿Es este el fin de Muerte? ¿Cuál es el oscuro secreto de Gestalt?¿Qué papel ha jugado el doctor Johanssen en su creación? El próximo mes en su buzón.
CORREO DE DOOMSTADT
Seguimos narrando las aventuras del monarca de Latveria. Escribid para lo que sea a Doctor_Muerte_2055@hotmail.com para lo que queráis.