31.1.06

¿Por qué olvidamos nuestros sueños?

Todos nosotros soñamos a diario, a veces más o menos intensamente, a veces más o menos relacionado con las vivencias del día, o de días anteriores cercanos en el tiempo. Muchas veces sobre los temas que más nos agobian, otras veces tenemos sueños recurrentes u obsesivos, como los típicos sueños relacionados con ascensores que no llegan a su destino, o aquéllos en los que caemos al vacio, por ejemplo, por una ventana. Hay ocasiones en las que los sueños son tan intensos que los recordamos durante el día o durante días y años, pero muchas veces nos despertamos con la sensación de que hemos soñado, pero no recordamos exactamente el contenido del sueño, o lo hemos olvidado por completo. Incluso es normal que tengamos la sensación de que nunca recordamos los sueños tal y como los experimentamos en la noche.

Aparte de las interpretaciones surrealistas de los sueños, en los que aparecen formas extrañas de animales y hombre, cielos imposibles, situaciones totalmente increíbles, nuestros sueños también tienen un componente caótico, o por lo menos extraño. Cuántas veces hemos soñado acerca de situaciones que nos parecen totalmente verídicas o importantísimas y que después, si es que lo recordamos, nos parecen las situaciones más rocambolescas del mundo, o nos parecen totalmente intrascendentes. También ocurre que en ocasiones, los sueños son tan difusos que inmediatamente después de despertarnos, notamos como los recuerdos acerca de ellos se disuelven rápidamente y pronto los hemos olvidado. Todos estos aspectos fueron analizados y estudiados en su momento por Sigmund Freud y otros psicólogos de la época, y podemos ver que nuestras percepciones acerca de los sueños pueden ser explicadas o justificadas, de alguna manera, según sus teorías.

En principio, el olvido de los sueños parece ligado a la escasa carga emocional que tienen un buen porcentaje de ellos. Por esto, y también quizás por ser de baja intensidad, los sueños son olvidados sino totalmente, sí parcialmente, en el momento de pasar del sueño a la vigilia. La comparación entre las percepciones que experimentamos en los sueños con las percepciones a diario en el mundo real nos hacen ver que las últimas pueden tapar de manera efectiva a las primeras. Sin ir más lejos, nuestro despertador (que yo, particularmente, tengo sintonizado en una emisora en la que se dedican a la tertulia en el momento en que me despierta) hace añicos habitualmente los sueños que interrumpe, y al menos la parte del sueño más cercana al despertar suele quedar olvidada pronto.

Estas apreciaciones dependen mucho del autor, ya que por ejemplo Strumpell, y Calkins también, afirman que en ocasiones los recuerdos son precisamente de aquéllas partes del sueño menos intensas o con menos significado, en detrimento de las más fuertes y cargadas de significado. Muchas veces, la repetición de una percepción debil se olvida o recuerda con la misma facilidad que una experiencia única e intensa, y esto se puede aplicar, según los autores, a los sueños.

Más factible, a mi modo de ver, es la cantidad de significado presente en un sueño. Al parecer (y es facil de comprobar), somos capaces de recordar mejor lo ordenado y por tanto, con significado coherente, que lo caótico y desprovisto de significado alguno. Cuando estudiamos determinado tema, podemos observar que tendemos a darle sentido subjetivo a los contenidos que pretendemos recordar posteriormente, y evidentemente, salvo raras excepciones, somos capaces de asimilar con facilidad todo aquello que está bien ordenado y que entendemos con suficiente claridad, mientras que las materias que no entendemos, o aquéllas de las que no podemos formarnos un esquema mental, se nos atragantan y se olvidan con facilidad. Con los sueños pasaría lo mismo, ya que muchas veces carecen de orden o sentido.

Muy interesantes, y quizás concisas, son las razones que da Bonatelli al olvido de los sueños, a saber:
* la diferencia entre la sensación general entre el sueño y la vigilia hace que sean irreproducibles el uno para el otro
* el material de los sueños está dispuesto de manera que resulta intraducible en la vigilia.

También es cierto que con algo de entrenamiento mental, podemos conservar más tiempo los sueños en la memoria, sin ir más lejos el propio Freud nos recuerda que “el hecho de que la mayoría de la gente tiene escaso interés en sus sueños les lleva a olvidarlos con mucha facilidad. Cualquiera que dedique un poco de su tiempo a la investigación de sus sueños y ponga interés en ellos, soñará habitualmente más tiempo que otros, y recordará sus sueños más facilmente y más frecuentemente”. También V. Eggers aporta las mismas directrices para recordar los sueños, aunque él recomienda que, ya que la observación de los sueños “entraña ciertas dificultades (…) la única manera de evitarlo es escribir el contenido de los sueños tan pronto nos despertemos”, para así disponer de la máxima información posible para poder analizar. Así que ya sabemos, si tenemos interés, lápiz y papel en la mesilla de noche.